¿Quién aplaca la delincuencia?

Francisco Chérrez Tamayo

Nuestro país, en estos últimos tiempos se ha convertido en uno de los más peligrosos del mundo. Las cifras son escalofriantes, respecto a asesinatos, sicariatos y delincuencia en general. El año que terminó, tuvo una tasa de 13,2 homicidios por cada 100.000 habitantes; la peor en los últimos diez años. La incidencia es muy superior en el primer mes del 2022, donde se reportan cerca de 200 crímenes violentos; con un promedio aproximado de 6 muertes por día, siendo las provincias más afectadas: Los Ríos, Guayas y Manabí. A diario, a plena luz del día, se reportan robos, asaltos, homicidios, agresiones, violaciones, sicariatos; cometidos en la vía pública, en domicilios particulares, almacenes, negocios, empresas privadas, públicas, bancos, etc.

Todas las personas e instituciones son presa fácil de los tentáculos despiadados e inmisericordes, con los que avanza el crimen y la delincuencia organizada; que, sin piedad ni compasión alguna, tiñen a diario de sangre las calles de nuestra nación, cegando en muchos casos vidas inocentes y prósperas. Todos estamos conscientes que el trasfondo de esto, tiene mucho que ver con el narcotráfico, que ha invadido el país; pero, no debemos olvidar que la pobreza, la escasa educación, la falta de opciones de trabajo, y la exagerada corrupción, que nos dejaron como herencia los gobiernos de turno, sobre todo en los últimos 14 años, son la causa de la miseria y el vandalismo social, en el que se debate nuestra desdichada nación. No estamos para seguir lamentándonos, busquemos soluciones al problema; por lo tanto, invocamos a las autoridades nacionales, para que, con decisión, coraje y valentía, resuelvan de una vez por todas, cambiar la nefasta constitución promulgada en Montecristi. Que se emitan nuevas leyes y se endurezcan las penas para todos los delincuentes, obviamente empezando por los de cuello blanco. Es la única forma de salvar al país, de las garras del narcotráfico, de la delincuencia, y de esta crisis que nos agobia. ¡Pero las acciones deben ser inmediatas, por que mañana puede ser muy tarde!