Algo del amor y la amistad

Edgar Pesántez Torres

El Día de San Valentín, venerable padrino del amor juvenil, es considerado también como el de la Amistad, porque es parte del amor que ancla lo erótico en lo cotidiano. Aquella amistad que no importa si es vieja o nueva, porque cuando es sincera va creciendo hasta hacerse indestructible, permanencia sin la cual ya no se puede vivir. El que no consigue amistades, es porque no tiene amistad que ofrecer.   

Es extraordinariamente difícil confrontar temas tan decantados y enigmáticos como el amor y la amistad, pues, entrañan la más honda atracción humana y han sido profusamente abordados por filósofos, teólogos, poetas, músicos, novelistas…. No obstante, por ser las más sublimes expresiones de la condición humana y de vasta complejidad, siempre habrá algo más que decir por intelectuales y los comunes mortales.

Este Día nació como homenaje al despertar del adolescente por amor, lamentablemente abordado solo desde el cristal biológico, y no de otros aspectos de raíces emocionales como aquellos que abren sus frondas a la imaginación, al idealismo y al ensueño, agregándose como consecuencia, los deberes con el grupo humano al que se pertenece.

La oportunidad sirva para que se piense al amor desde el punto de vista moral del joven que ofrece dos sendas para la realización de su vida: el matrimonio y la obra creadora al servicio de la ciencia, del arte, de la sociedad, la cultura o la literatura. Alguna autoridad ya lo dijo con mucha sabiduría: “La salvación de nuestra civilización exige el matrimonio y por tanto la procreación no solamente de un número de hijos, sino también de hijos de buena calidad…”.

Para quienes ya pasamos con vehemencia el instinto pasional, ahora contamos y cantamos con energía a la amistad, cuyos tributos son la lealtad y la aceptación de lo que somos. Todos hemos tenido amigos y a algunos los hemos cuestionado de traición y abandono, sin hacer un mea culpa para tales deserciones.

Cultivar una amistad no es tarea fácil, pero tampoco difícil. Lo que compacta es la sinceridad, virtud que se asienta en la sencillez, la pureza y el modo de comportarse sin fingimiento y sin esperar recompensa. El afecto y la igualdad nos debe hacer similares, el respeto diferente.

Desde este rincón de mis impresiones, saludo a mis amigos y a los de ellos. ¡La verdadera amistad resiste al tiempo, a la distancia y al silencio!  (O)