Regulación de inversiones

En gran medida, el real crecimiento económico de los países depende del monto de capital público y privado con que se cuente y de las inversiones que se hagan. Países denominados desarrollados cuentan con muy elevada cantidad dinero, luego de que se han realizado las inversiones para satisfacer con equidad las condiciones dignas de vida de sus habitantes. Los de otro grupo, la mayoría en el mundo, tienen insuficientes capitales y un importante porcentaje de su población vive sin poder acceder a medios para condiciones económicas básicas; se los denomina subdesarrollados. La idea de que todo Estado debe ser autosuficiente y que las relaciones con los demás conllevan el peligro de atentar contra su soberanía ha sido superada.

En nuestros días, la interrelación de países se ha intensificado y el capital se ha tornado “ciudadano del mundo”. Los que tienen capital sobrante buscan invertir en otros, en buena medida en los subdesarrollados. Toda inversión busca “utilidades” en los recursos invertidos y no son raros aprovechamientos injustos ya que primero está el capital y luego las condiciones de vida globales. Lo deseable es un equilibrio para ricos y pobres. Es muy frecuente que los subdesarrollados busquen inversiones de los desarrollados estableciendo normas atractivas para los inversionistas y que se trate de evitar abusos de diversa índole, pero no siempre funcionan las pautas de conducta equilibradas.

El gobierno ha enviado a la Asamblea un proyecto de ley sobre inversiones extranjeras; hay casos en las que dificultades de trámite y complejidades jurídicas desaliente a los inversores de fuera; si hay excesivas facilidades puede darse un abuso de los inversionistas que siempre buscan las mejores “condiciones” para que su capital rinda más. Lo deseable sería un sistema en el que haya equilibrio entre los dos excesos. Creemos que este proyecto está acoplado con las condiciones de nuestros días, lo que es importante en un mundo en el que los   ritmos en todos los niveles son cada vez más acelerados. Las leyes deben regular de manera apropiada las condiciones cambiantes de las colectividades y no son deseables ni el estancamiento ni la precipitación.