Vida interior

El predominio de la capacidad de razonar y tomar decisiones libremente, es lo que nos diferencia fundamentalmente de los demás integrantes del reino animal, es decir de reflexionar para adecuar de la mejor manera nuestras existencias a las circunstancias en que la vida se desarrolla. El cuerpo tiene sus necesidades y, en buena medida, nos ocasiona satisfacciones y molestias que hay que tratar de equilibrarlas como componentes de la existencia. El cuerpo que es el ordenador y regulador de los componentes biológicos propios del reino animal, pero como una fuente de complacencias y dolores es fundamental en nuestro tránsito por el mundo desde los inicios hasta el final.

Pero nuestra capacidad de razona y, tomar decisiones libremente hace que contemos con lo que se denomina espíritu que, al margen de los planteamientos religiosos, nos permite organizar el futuro y superar el determinismo de los instintos. En este proceso juega un papel fundamental la reflexión, es decir interiorización para poder elaborar de manera inmaterial proyectos existenciales, evaluar los problemas y satisfacciones y construir el espacio vital que está a nuestro alcance ya que. Si en gran medida nacemos hechos, también podemos hacernos controlando emociones e impidiendo que nos dominen. Vivir es “hacerse en el tiempo” es un planteamiento muy importante del que no debemos desprendernos.

Dentro de la visión cristiana y católica del sentido de la vida, la reflexión es fundamental ya que está más allá de los condicionamientos biológicos, para algunos irreversibles. Si el destino definitivo, luego de la muerte biológica, está condicionado a la forma como nos acoplemos y modifiquemos las existencias, nuestras responsabilidades en el destino final está condicionado por la capacidad de tomar decisiones, dentro de los parámetros bueno y malo de nuestras vidas. La reflexión debe estar presente todo el tiempo e incrementarse en la cuaresma para orientar de mejor manera nuestros destinos.