Puede ser una forma de definir la labor artística de Marco Martínez Espinoza, pero no es la única, por supuesto. El artista labora sin cesar, lo viene haciendo desde hace años, y eso le ha permitido alcanzar una serie de perfecciones en la pintura, en sus diferentes modalidades; en el dibujo, campo en el que consigue obras muy sutiles, que van de lo realista a lo fantástico, sin dificultad alguna, y en el grabado, cuya práctica requiere de mucho tiempo, que él no regatea, y que le permite estar en la primera línea de los grabadores ecuatorianos, en las más diversas técnicas y mezclas de diferentes tipos y experiencias. El grabado del artista es en todo momento delicado, preciosista, en ciertos casos cercano a la abstracción, verdaderas realizaciones plásticas, que encantan.
La pintura de Martínez se centra en la naturaleza ecuatoriana, que encuentra una y otra vez en los pinceles, las espátulas, las acuarelas, los óleos y acrílicos, en sabias mezclas, transparencias y audaces experimentos, unas formas de lenguaje plástico, que alcanzan extraordinarias realizaciones.
La naturaleza aparece muchas veces en estado puro y sorprendente, y otras en una modalidad de metáfora, que evoca cuerpos, desnudeces, formas sensuales.
Martínez halla formas admirables, que deslumbran al espectador y revelan un talento siempre renovado, inaudito, cálido, cercano a quien las mira y, al mismo tiempo difícil de alcanzar y descifrar en primera instancia.
Marco no descansa, por ello su quehacer guarda en todo momento algo sorprendente, renovado; conocido, sí, pero al mismo tiempo inédito, extraordinario.
Pienso que es cualidad admirable del verdadero artista esa mezcla de lo próximo y descifrable con lo desusado e indescifrable, al menos en un contacto inicial.
Ninguna técnica, ningún formato -desde los más pequeños, hasta los monumentales- le son extraños a un gran artista, por eso en Martínez hallamos todas las posibilidades, todos los tamaños, manejados con una familiaridad estética, que hace que nos acerquemos a ellos con la simpleza de lo cotidiano, aunque estén cargados de simbolismos, cromatismos sugerentes, búsquedas y encuentros que nos colman del más hondo sentido de lo artístico.
¡Gracias Marco, por tu ejemplar entrega! (O)