Una vergonzosa amnistía

Gerardo Maldonado Zeas

Sin un mínimo estupor la Asamblea Nacional aprobó la madrugada del jueves pasado la amnistía para 268 personas, quedando libres 60 delincuentes y terroristas que el pasado 19 de octubre de 2019, destrozaron a Quito, sus monumentos, calles, edificios emblemáticos como la Contraloría General del Estado, y Teleamazonas. También aquellos que golpearon a periodistas, secuestraron policías, y maltrataron a ciudadanos opuestos a semejante brutalidad. Todo este ataque propiciado por Leonidas Iza, Jaime Vargas, e intelectualmente dirigida por dos visibles del corriesmo, la prefecta del Pichincha Paola Pabón y el hoy asambleísta Andino Virgilio Hernández, ahora tranquilos y libres.

Los restantes amnistiados dicen ser defensores del agua, la naturaleza, los territorios comunitarios, algunos inmersos en casos de justicia indígena. 99 votos de asambleístas de UNES, Pachakutik, algunos de Izquierda Democrática (ID) e incluso una parte de la Bancada del Acuerdo Nacional (BAN), aprobaron este despropósito.

Ha triunfado la impunidad; ha vencido toda la estrategia de terror del “estallido” que Iza escribiría en sus momentos de inspiración desestabilizadora. Ha quedado demostrado que en este país no importa destruir ciudades, carreteras, parques, porque simplemente es cuestión de un poco de tiempo para salir libres y limpiar sus culpas a través del amarre vomitivo de unos cuantos enemigos de la Patria.

Algunos actores políticos sostienen que se logrará la reconciliación del país través de estos actos; pero tal como están las cosas, más bien resultaría ser todo lo contrario. Más temprano que tarde, una nueva asonada despertará en los grupos delincuenciales disfrazados de políticos, para atacar la honra ciudadana, sus instituciones y hasta buscar a través de la conspiración, llegar a destruir Carondelet. Ahora ya libres, bendecidos por informes sesgados, conseguidos a través de negociaciones ocultas, prebendas, oscuros intereses, rifados como en una barata de escasa inteligencia, este pobre país seguirá enfrentando a quienes, en una ruleta de odios e intereses personales y mezquinos, han convertido al Ecuador en un país con una fragilísima institucionalidad., en el cual aparecen de cuerpo entero el chantaje y la amenaza. (O)