3 en raya

Leonar Durán

I

Nunca se afilió. Esto es lo de menos; pero se santificaba y comulgaba con la tesis socialcristiana, sobre todo mucho antes que este partido se amancebara con el movimiento controlado desde Bélgica.

Su voz ronca y su melena siempre eran visibles. Era tácito, práctico, decidido. Cuando el dueño del partido resolvió acostarse en la misma cama con el Correísmo para levantarse con la Asamblea Nacional cogió sus maletas y se fue. No podía aceptar que gatos y ratones durmieran juntos. Entonces se declaró “independiente”, ese reducto pantanoso donde van a parar los parias que se desencantan de los úteros políticos.

Ahora decide irse de ese otro pantano o jauría que es la Asamblea, donde deben cantar el tango Cambalache y no el Himno Nacional.

La amnistía, poniendo en un mismo saco a todos, le colmó el hartazgo y se va. Se va deseando suerte; que los demás “se sintonicen con el pueblo”. Pero, ¿no es esto como pedir que un mago revele sus trucos?

Ha demostrado decencia y dignidad. Que le vaya bien don César Rohón.

II

Por favor señores alcaldes, entiéndalo: ustedes gerencian las ciudades. Los recursos para hacerlo provienen del Estado central, de los impuestos, de los créditos que consigan. Y hay que devolverlos vía planillas.

Ah, entonces no son ustedes los que hacen las obras. Claro, las planifican, priorizan, contratan, de pronto con una “mordida” de por medio. Además, para eso los eligieron, aunque sea con un voto de cada cincuenta.

¿A qué viene, entonces, ese prurito por promocionarse, por decir “yo, yo; pero yo”; “si no hubiera sido por mí”, y otras alharacas?

Invierten en letreros, con nombres y fotos incluidas; plagian canciones para edulcorar sus imágenes, y aunque sea vistiéndose tiras o moliendo alverjas con las posaderas asoman en Tick Tock en busca de “fama”.

¿Terminará esto parando las reelecciones, parte de ese sexo adictivo que es el poder?

III

¿Qué maldición vial pesa sobre Azuay? Exigimos, protestamos; y cuando hay una obra emergente por hacer, nos oponemos, simplemente porque “nos da la regalada gana”.

Y cuando una vía es rehabilitada, el invierno las destruye, demostrando que se puso a freír huevos en sartén de plástico. Es lo que pasa en el tramo El Salado-Léntag de la Cuenca-Pasaje, plagada de fallas geológicas.

Vialidad, “maldita” vialidad. Las vías ni siquiera sirven para, con seguridad, jugar 3 en raya en sus “mesas de rodadura”. (O)