Artesanías e identidad

Cuando comenzó a imponerse la industria en el proceso de producción, un importante número de personas anunciaba que las artesanías estaban condenadas a muerte por la rapidez en la producción y rebaja en costos de los objetos que tradicionalmente habían sido producidos artesanalmente. El ser humanos ha necesitado de objetos manufacturados de diversa índole para satisfacer una serie de necesidades prácticas. Con una visión economicista, en virtud de la cual en la relación producción consumo hace que se prefiera lo eficiente y más barato tenían razón, pero no consideraban otras dimensiones de la condición humana que va más allá del rendimiento económico. Lo real es que las artesanías siguen con vida.

Insensato sería cuestionar la gran importancia que tiene lo económico en la organización de la vida humana, pero no se puede prescindir del peso de lo estético en el ordenamiento social. Las obras de arte visual, como pintura y escultura, son elaboradas directamente por artistas sin predominio el interés económico sino la expresión de belleza que cada quien tiene y busca. Es muy frecuente que el nombre del artista que ha logrado fama influya en el costo de la obra, que a veces llega a sumas muy elevadas.

En la mayoría de los casos las artesanías se caracterizan por una coexistencia integral de lo estético y práctico, lo que ha hecho que haya un importante número de personas que, cuando menos ocasionalmente, las prefieran. En casos como la joyería, la única función de sus productos es el embellecimiento de los usuarios, pero en muchos otros lo útil y lo bello coexisten. Por tratarse de una producción predominantemente popular, las artesanías expresan de manera espontánea la identidad de las regiones, lo que contribuye a la persistencia de su producción. Lo útil y lo bello no son incompatibles como algunos creían y las artesanías lo testimonian; la identidad con frecuencia requiere de estos dos elementos.