¡Asamblea!

Francisco Chérrez Tamayo

Somos conscientes que de las 268 personas que recibieron la amnistía, la semana pasada, con 99 votos de los asambleístas, no todos son culpables de la brutal y feroz agresión que sufrió la capital y el país, en octubre del 2019. Pero no podemos olvidar que muchos de ellos, actuaron como rufianes, delincuentes y  terroristas, que sin consideración y respeto alguno, torturaron y secuestraron a policías y periodistas; quemaron la contraloría, un canal de televisión, recintos policiales, militares, paradas de buses; retuvieron pozos petroleros; destruyeron parques, carreteras, edificios públicos y privados; saquearon almacenes, negocios; violaron a mujeres policías, etc. etc. Desgraciadamente con esta descabellada actuación por parte de los “honorables”, la asamblea nacional nunca pudo caer más bajo. Prácticamente con este proceder, están legalizando el terrorismo y la delincuencia; ahora todo el mundo puede trasgredir la ley, el rato que le dé la gana. Están confirmando que no tienen probidad ni capacidad para continuar representándonos, en una función tan delicada que el pueblo les encomendó. Su sinvergüencería no tiene límites, al  negar que hubo un acuerdo previo, dicen que todo fue una coincidencia para contribuir a la paz y a la unidad del país!  Estos impúdicos, deben responder a la nación, ya que actuaron como lo que son, unos viles y miserables sátrapas, que escudándose en la oscuridad de la madrugada, vendieron su voto y su consciencia (si es que la tienen), para salvar “el pellejo” de otros tantos marrulleros, delincuentes, terroristas. Es una pena y una vergüenza que el segundo poder del estado, en su mayoría, esté representado por gente mediocre,  oportunista, corrupta, sin consciencia, despojada de todo principio ético y moral, que solo buscan su bien personal y de su partido; lo cual le ha convertido a la Asamblea Nacional en un recinto que huele a miasmas, con emanaciones de efluvios putrefactos. Urge que antes de que el País toque fondo, se cambien las leyes, para que el poder legislativo esté en manos de gente decente y preparada; ya que salvo honrosas excepciones, hoy, esta turba de ladinos asambleístas, son una deshonra y  una lacra para el pueblo. (O)