Ecuador recibe a Diego Moncayo, quien escapó de la zona de guerra en Ucrania

Diego Moncayo se reencuentra con su familia. Foto: @juancaholguin

Diego Moncayo, un joven estudiante ecuatoriano residente en Kiev, que pasó casi tres semanas atrapado cerca del frente de batalla en la frontera de Ucrania con Rusia, llegó este lunes a su país y fue recibido como héroe tras su dramática odisea.

A bordo de un vuelo comercial y acompañado de funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador, Moncayo arribó al aeropuerto «Mariscal Sucre» de Quito con la huella evidente de su periplo.

En una rueda de prensa en la misma terminal aérea, Luis Vayas, viceministro de Movilidad Humana de la Cancillería ecuatoriana y quien acompañó a Moncayo en su retorno, destacó la hazaña del joven estudiante de filología que sorteó los riesgos de la guerra.

Vayas no dudó en calificar como «héroes» a todos los jóvenes que lograron escapar de Ucrania, pero recordó que aún hay ecuatorianos (se calculaba 96 hace algunos días) en zonas consideradas de bajo riesgo.

El diplomático dijo que muchos quieren volver, como ya lo hicieron cerca de 700 en tres vuelos humanitarios que organizó el Gobierno de Ecuador, así como en otro de México y en líneas comerciales.

DIEGO: «REGRESÉ CON VIDA»

«Me encuentro aquí con vida», comentó el joven de 20 años que permaneció escondido en la localidad de Shostka, en el óblast (región) de Sumy, donde se han dado duros enfrentamientos tras la operación militar rusa en territorio ucraniano que empezó el 23 de febrero pasado.

Justo ese día empezó el trajín para Moncayo y otros cerca de 850 ecuatorianos que residían en Ucrania, la mayoría de ellos estudiantes ya fuera del país de conflicto.

El caso de Moncayo fue particular, pues el día del primer ataque empezó a huir de Kiev junto con tres ucranianos (dos chicas y otro joven), con quienes abordó un tren que, sin saberlo, fue en sentido contrario y acabó en Sumy, donde los combates arreciaban.

Él y sus amigos lograron salir de Sumy y llegar a la vecina Shostka, donde una de las ucranianas residía y les brindó refugio.

Moncayo intentó huir de esa zona tres veces, pero fracasó y estuvo a punto de ser estafado por personas desconocidas que le pedían dinero para llevarlo a una zona segura, aunque Shostka estaba sitiada por los tanques rusos.

UNA HUIDA JUSTO A TIEMPO

Cuando ya parecía no haber esperanzas de salir, las autoridades de Shostka, la Cruz Roja Internacional y las autoridades ecuatorianas hicieron un esfuerzo para extraer a Moncayo de la llamada «zona caliente».

Y fue justo a tiempo, según Moncayo, ya que luego de abandonar su refugio temporal supo que «empezaron los bombardeos críticos» en la región, que Shostka estaba «sin agua y sin electricidad» y que los tanques rusos estaban más cerca.

Moncayo pudo salir junto con su amigo ucraniano, con quien pensaba llegar a Ecuador, pero no pudo hacerlo, pues solo el ecuatoriano logró pasar la frontera hacia Polonia, donde esperaban las autoridades diplomáticas de su país para agilizar el retorno.

La travesía hasta Leópolis no fue tan fácil y en la ciudad de Poltava tuvo inconvenientes con los soldados ucranianos, que le increpaban y desafiaban con sus armas al insinuar sin pruebas que supuestamente estaba del lado de los separatistas rusos del este de Ucrania.

«DIOS LES PAGUE»

La madre de Diego, Jeaneth Mendoza, recordó que el caso de su hijo fue el más crítico que tuvo la colonia ecuatoriana en Ucrania, el colectivo más numeroso de entre los latinoamericanos en ese país de Europa del Este.

Ella agradeció al Municipio de Shostka, al personal de Cruz Roja que colaboró en la operación, a las autoridades diplomáticas ecuatorianas y a la prensa que resonó el caso de su hijo.

«Dios les pague», ya que el esfuerzo conjunto pudo lograr el retorno de «nuestro hijo con vida», apostilló la mujer que vivió el drama desde lejos, aunque pegada al teléfono móvil, con el que pudo tener un contacto permanente con su hijo.

UNA SOPA DE POLLO, PARA REGRESAR A LA TIERRA

«Él está cansado, no ha dormido bien, está con los ojos rojos» y ahora sólo quiere dormir con tranquilidad, relató la madre, que para recibirlo en casa ha preparado una cena ligera.

«Me ha pedido algo muy liviano, para que no le haga daño por el cambio, una sopita de pollo y una corvina con ensalada», indicó la madre que no cabe con la alegría de tener a su Diego en casa, luego de haber sufrido una «pesadilla».

De momento, Moncayo quiere continuar sus estudios en Ecuador y quizá en los próximos años intentar nuevamente una especialización en Europa, tal vez en Alemania, aunque para pensar en ello habrá tiempo, relató la madre.

Y es que «no es sólo Ucrania, a toda Europa le está sacudiendo esta guerra», remarcó Jeaneth. EFE