Una mujer y un hotel

Edgar Pesántez Torres

La ciudad o cualquier espacio del mundo nunca son hospedajes o paisajes antes de la llegada del huésped y observador sensible que recrea los componentes tangibles e intangibles del lugar. Cuenca camina a ser metrópoli, concebida como el centro de progreso y desarrollo: de erudición, de comunicación, de cultura, de luces…, también de asociaciones hostiles que la vinculan como lugar de ruido, de vida mundana y de ambición.

Hay al menos 180 ciudades del mundo que tienen más un millón de habitantes, Cuenca con apenas 600 mil la supera a muchas con patrimonios materiales e inmateriales, y que por eso exige que su espacio adquiera una forma política y encuentre coherencia para defender su identidad.

Desde 1999 es ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad por su arquitectura híbrida entre lo colonial y europeo, por su religiosidad que se sustenta en la fe de sus hijos y en iglesias de variados estilos. Dios la concedió una naturaleza sin parangón y a sus hijos capacidades singulares. Posee calles pavimentadas y floridas, plazas y parques ornamentadas, ríos y montañas inspiradores, edificios modernos, coloniales e históricos como el que acaba de ser inaugurado: el ITZA Hotel Boutique Internacional.

El fastuoso edificio fue diseñado por Alfonso Durini de propiedad de Víctor M. Delgado, más tarde se oferta como Hotel Internacional y hace pocos años fue adquirida por la empresaria E. Maritza Yumbla Vélez, quien encargó a los arquitectos Alfredo Ordóñez, Fabián Orellana y al diseñador Carlos López para su remodelación simbiótica entre lo colonial y moderno. El aporte del Arq. Pabla Barzallo fue importante para su restauración y remodelación, incluso para permitir una Terraza Bar-Lounge

A más de su belleza arquitectónica cuenta con anales singulares como aquel discurso del Dr. Velasco Ibarra desde su balcón. Aquí se dieron reuniones de políticos, intelectuales, poetas y bohemios para cantar a la vida y a la ciudad. Mientras departían vinos y anécdotas Antonio Lloret, Francisco Estrella, Joaquín Zamora, conminaron al joven Marco Tello E. para que escribiera el coro del Himno al Colegio Fray Vicente Solano. Éste, para no perderse los licores y la tertulia, en un santiamén regresó con el encargo escrito en una servilleta para completar el himno escrito por don Antonio Lloret.

Elena Maritza es merecedora del reconocimiento de la ciudad a través de sus autoridades, por ser recuperadora de la memoria de Cuenca y ofertar a sus habitantes y turistas placer y admiración.  (O)