¡Qué susto!

Ana Abad R.

La impunidad se pasea a sus anchas por el territorio ecuatoriano, los máximos organismos del Estado involucrados en enredados y oscuros movimientos políticos. Las Fuerzas Armadas y los organismos vinculados a la seguridad vulnerados por mafias y redes de corrupción. Un sistema de justicia a la carta que no considera hábeas corpus para los cientos de presos olvidados de un Estado fallido y responsable por las macabras muertes ocurridas en los centros de detención. Llueve sobre mojado en este abril que será de ingrata recordación para la sociedad ecuatoriana y, sobre todo, para los cuencanos. Es indignante, de terror, asusta la tibieza, la timidez, la debilidad política, la pusilanimidad de la actual administración municipal para levantar la voz y defender el agua y exigir al Gobierno respeto a las decisiones tomadas por los habitantes de Cuenca. Nada se dijo sobre Quimsacocha. Bien dice Catalina Sojos en su artículo “Sur” en el blog de Voces Azuayas: “Casi como un karma, el ciudadano común de estas tierras, soporta el menosprecio de los gobernantes de turno y sus eufemismos lo dejan impávido; como si su destino lo obligara a sobrellevar todas las desgracias, sucumbe con una mezcla de indiferencia y rabia ante los acontecimientos diarios que lo obligan a ser estoico. (…) Nos preguntamos ¿Dónde están los bravos cañaris que no permitían la invasión de sus tierras?”.