Lacras de la pandemia

Mario Jaramillo Paredes

Varias investigaciones muestran que toda una generación sufrirá en su formación, las secuelas de la pandemia. Dos años de encierro y un sistema de educación para el que buena parte del mundo no estuvo preparado, dejarán huellas. Las diferencias de calidad de la educación se profundizarán, esta vez entre quienes tuvieron acceso a la educación a distancia y aquellos que no lo tuvieron: la mayoría en América Latina. Quienes tienen mayores posibilidades económicas y disponían de equipos de computación, así como de internet, sufrirán, pero sufrirán menos del encierro, del cual recién estamos saliendo. Quienes menos tienen sufrirán más. La educación, que es el instrumento más poderoso para combatir la desigualdad social y buscar igualdad de oportunidades, esta vez contribuirá más bien a profundizar esas inequidades.

Las imágenes de varios niños estudiando por internet a través de un solo teléfono inteligente que había en casa para todos los niños, fueron comunes. Otros, caminando varias horas para llegar a una “loma” para encontrar señal de internet, siguen doliendo, igual que la fotografía de un niño subido en un árbol para “coger señal”

Pero no solamente se dieron esas desigualdades, que generan más inequidad. En nuestro país, más del sesenta por ciento de los profesores en todos los niveles-incluido el superior- no estuvieron preparados para la educación virtual. Tuvieron que acomodarse como pudieron y trataron de aprender en el camino. En un buen porcentaje también influyó su situación económica. Muchos docentes carecían de un computador que les permita dar clase por medios virtuales. Y muchos no tenían internet. Tuvieron que sacar de su reducido sueldo, dinero para ello. A esto hay que añadir la década y media anterior, que privilegió construcción de edificios- que hoy se caen por mal construidos- en vez de invertir en mejorar la calidad de los docentes. Combatir la inequidad en la calidad de la educación sigue siendo el gran desafío.  (O)