“Es diferente la realidad entre quienes sí quieren ser madres y entre quienes les tocó serlo”

Vanessa Calle, defensora de los derechos de las mujeres y miembro de la Fundación Sendas. Foto XCA

La maternidad a lo largo de los años ha estado vinculada con una obligación de las mujeres por el simple hecho de serlo. A esta obligación se la ha romantizado con un tema de sacrificio, invisibilización, la vulneración de derechos, la sobrecarga de trabajo y otros aspectos.

Cambiar esta mirada, reconocer que la maternidad debe ser deseada, que no todas son iguales o que hay quienes simplemente deciden no serlo, ha sido y sigue siendo un trabajo “de activismo diario en diferentes espacios”, asegura Vanessa Calle, activista por los derechos de las mujeres y miembro de Fundación Sendas, organización que impulsa la autonomía, igualdad social y de género, el ejercicio, exigibilidad y restitución de derechos.

Explica que la maternidad debe entenderse desde un enfoque de derechos y que es posible deconstruir esta romantización y respetar la decisión de cada una de las mujeres.

¿Por qué seguimos vinculando el ser mujer con la maternidad?

Es un tema que está muy ligado a las construcciones y los roles de género que nos asigna la sociedad desde que somos pequeños. Crecemos con un rol género-asignado.

Tenemos a la mujer en el rol reproductivo dentro de la sociedad y al hombre en el rol productivo como proveedor.

Nuestros papás y abuelos nos dan esa información (de que debemos ser madres) porque es la información con la que ellos crecieron.

Es interesante poder ir hablando del tema, ir generando debate y despertar ese ‘¡no!, las mujeres no siempre nos tenemos que casar, no siempre tenemos que ser madres’.

«En el movimiento feminista recalcamos que la maternidad debe ser deseada, planificada y donde tengamos los recursos para ejercerla».

Es muy diferente una maternidad que no fue planificada, que no fue deseada y en circunstancias donde la mujer puede tener distintas condiciones de vida.

Mensaje sobre maternidad en las actividades del 8 de Marzo. Foto El Mercurio

¿Cuáles son las creencias que se mantienen cuando, en esas diferentes condiciones, las mujeres son madres?

Un tema importante es cómo se ha romantizado la maternidad.

Recordemos el caso de Guayaquil, donde una mujer candidata a un puesto electoral, romantizó el embarazo de una niña de 10 años. Lo hizo público bajo el lema de “donemos algo para la niña”. Lo que se le olvidó es el derecho de esta niña que le están obligando a ser madre.

El 12 por ciento de niñas entre 10 y 14 años está embarazada. No podemos decir que una niña a los 10 o 14 años sueña con ser mamá. Estamos hablando de vulneración de derechos.

«Debemos tener presente que hay mujeres diversas, de diferentes edades, que en diferentes etapas de su vida se quedaron embarazadas, pero que no desearon ser madres porque no tenían las condiciones sociales para serlo».

No es lo mismo ser una mujer de clase media alta, que tenga trabajo, casa, un esposo o pareja estable que le acompañe en la maternidad a ser una mujer racializada, que vive en zona rural, que no tenga los mismos recursos y que incluso sea madre soltera. Estamos hablando de realidades sociales inequitativas.

No podemos decirle a todo el mundo: ‘ser mamá es lo mejor que puede pasarte en la vida o el embarazo es lo mejor’ porque tenemos que hablar de maternidades deseadas y conscientes, de vidas dignas para los niños o niñas que vayan a nacer.

¿Qué otros aspectos se romantizan?

Hay que tener super claro el tema de derechos, reconociendo que todos los niños tiene el derecho a desarrollar su vida integral y de manera digna.

Hay una campaña a nivel regional que se llama “Niñas, no madres” donde se visibiliza cómo las niñas tienen que dejar de ir a sus centros estudiantiles, cómo su proyecto de vida se ve truncado, se le obliga a ser madre y a asumir roles para las cuales todavía no están listas; no han completo sus etapas de vida, no se les permite desarrollar sus actividades propias de su edad.

Esto es discriminatorio; dejan de tener oportunidades económicas para ellas, para su bienestar.

¿Cómo ir rompiendo estos mitos de romantización que vulnera derechos de niñas, adolescentes y adultas?

Los que se debería hacer primero es exigir una educación sexual y reproductiva, íntegra, donde las niñas, niños y adolescentes tengan acceso a información verificada, a sexo-información real basada en datos, no en mitos ni creencias, reales, basados en lo que estamos viviendo.

Podemos desromantizar y ser críticos cuando veamos a una niña o adolescente embarazada y entendamos cuál es la vulneración de derechos basados en esta realidad: ‘¿cómo no va a desarrollar su plan de vida?, ¿dejará de asistir al colegio?; además, ¿cómo las madres que no tienen condiciones harán para darles una vida digna a sus hijos?’. Hay madres que tienen tres o cuatro trabajos para sacar adelante a sus hijos.

Podemos empezar a preguntarnos: ¿Qué está haciendo el Estado para que puedan dar una vida digna a sus hijos?

«Podemos desromantizar y ser críticos cuando veamos a una niña o adolescentes embarazada y entendamos cuál es la vulneración de derechos»

Entonces, ¿se trata de exigir al Estado y de cómo cada uno va viendo a las maternidades desde el enfoque de derechos?

Nunca podemos de dejar de exigir al Estado cumplir su rol garante de derecho.

Debemos de dejar de romantizar una maternidad que no es deseada.

Es super diferente la realidad entre quienes sí quieren maternar y entre quienes les tocó ser madres. Ellas (quienes se vieron obligadas a ser madres) no pudieron entrar a la universidad. Nuestras realidades son super diferentes. Dejan de tener tiempo para ellas porque asumen tanto el rol que nos asigna la sociedad de cómo ser madres.

Hay que ir conversando, ir despertando los sentires. Los cuidados y afectos que existen entre nosotras.

La crianza es un trabajo fuerte y sigue vinculándose con una obligación exclusiva de la mujer, ¿Cómo romper esta idea?

La crianza es lo primordial, es súper cierto. Es importante porque son semillitas de cómo van a ir creciendo (los niños) y algo super importante es ver cómo las madres dejan de lado sus actividades y su vida (por cumplir este rol).

Las mujeres que pasaron encerradas en su casa por la pandemia se dedicaron al tema del cuidado a más de su trabajo, por ello tuvieron triple carga laboral… Hay quienes puedan decir que eso es normal… Hay que dejar de normalizar y cuestionar porqué es la mujer la que tiene que parar su reunión de trabajo para atender al hijo cuando su compañero está a lado.

Las actividades de hombres y mujeres son igual de importantes. Hay que cuestionarse todo y dejar de normalizar estas violencias simbólicas que ya están naturalizadas.

Hay quienes deciden no vivir estos procesos de maternidad, ¿cómo abordar estos temas en nuestros entornos?

Está bien que cuando tengamos reuniones grupales podamos decir a nuestro grupo de amigas: ‘decido no maternar‘.

Los tiempos van cambiando y nuestras etapas de la vida de quienes podamos elegir, también van variando siempre que la maternidad sea un tema de decisión, de elección, no obligada, no fruto de una violencia.

Desde nuestra realidad, quienes podamos decidir maternar o no, es poder ponerle el respeto a la decisión de la mujer, simplemente respetarla y no encasillarla dentro de estos roles. Si una mujer decide maternar está super bien.

“Toda palabra tiene una valía para cada mujer y cada mujer tiene su proceso y su historia”.