La traición

Edgar Pesántez Torres

Una de las prácticas más execrables es la traición y los traidores, es decir, aquellos que incumplen su palabra o que no guardan la fidelidad debida. En Derecho es un delito cometido contra un deber público, como la Patria para los ciudadanos, la disciplina para los militares o la honradez para los políticos. La repulsa a los hipócritas se acentuó cuando Jesús mojó un pedazo de pan y dio a Judas, expresando: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”. Así actuó, acompañado de una chusma armada se acercó y entregó, diciéndolo: “¡Salve maestro! Y le besó”.   

Muchos fatalistas, fracasados y flemáticos dicen que a la vida hay que aceptarla con sus virtudes y defectos y que todo acto de perfidia se perdona, como lo hizo Jesús. Pero el hombre de este mundo lleva consigo el germen de la rebeldía y no siempre acepta gozosa y resignadamente, por contra, maldice a los felones y canallas. Enmienda conductas y acciones para corregir episodios abominables, mejorar la calidad de vida y raer de la piel seculares injusticias.

Judas pasó al lenguaje popular como sinónimo de traidor, pintado con los más sombríos colores de la infamia. Tal es así que, apenas reinstaurada la vida de derecho a finales de la década del setenta, la traición que cometió un legislador cañarejo con el “camisetazo” pasó a la historia como “Clavijazo”. Ahora, un actor de la misma provincia da un “Saquicelazo”. La sinvergüencería y ambición no tienen el mismo significado: ayer, deshonesto; hoy, pacto político.  

La traición al País, a los principios, a las ideologías, al pueblo… se lo hace desde los estrados de la administración pública, del poder y la política. En cada gobierno el líder capitanea la traición y tiene una tropa a su derredor, bribones y estafadores del mismo cuño. No se necesita mayor suspicacia para advertir que eso se debe a la misma ambición de Judas con el Divino Maestro. 

Iscariote trató de reparar el daño corriendo al Templo y arrojando en él las sacrílegas monedas, ahorcándose el mismo día que le crucificaron a Jesús, en señal de dignidad. Los traidores de este tiempo ¡no!, ¡qué va! Se llevan las monedas a paraísos fiscales donde viven de holgazanes, sobrevolando el mundo en aviones privados; entre tanto, los sucesores pactan tácita o implícitamente con ellos, a espaldas de su pueblo. Si los unos merecen ir a las cárceles, los otros a sus casas. (O)