Un proyecto para disminuir los casos de abuso escolar en las instituciones de Cuenca

Desde hace más de un lustro, Miriam Ordóñez, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad de Cuenca, investiga sobre el acoso escolar en distintos espacios del cantón.

Una de sus últimas investigaciones le permitió encontrar un dato preocupante: cuatro, de cada diez estudiantes de Cuenca, ha manifestado ser testigos o víctimas de acoso escolar.

Para la rectora de la Unidad Educativa CEBCI, Caroline Ávila, la estadística es alarmante, por lo que, junto a Ordóñez, armaron un proyecto para tratar de reducir los casos de acoso escolar en las escuelas y colegios de Cuenca.

A través de tres componentes, el objetivo es contar con un plan en el que pueda participar el mayor número de instituciones educativas del cantón.

En primera instancia, hoy, a las 08:00, la investigadora Miriam Ordóñez presentará los resultados de sus estudios y conversará con los Departamentos de Consejería Estudiantil de establecimientos educativos públicos y privados.

La idea es mantener una charla en la que se pueda hablar desde la definición del bullying hasta comentar las distintas características del acoso escolar.

“El bullying no es cualquier espacio de violencia común. Cuando hablamos de bullying tiene que haber una condición de pares… tiene que haber continuidad, y luego tiene que haber una intencionalidad de daño”, explicó Ávila a diario El Mercurio.    

Una vez cumplida con la charla, que será en el auditorio de profesores de la Universidad de Cuenca, el siguiente paso es crear una campaña compuesta por material audiovisual, cuyo contenido sean dramatizaciones y testimonios de personas que hayan sufrido de bullying, siempre y cuando, se haya procesado adecuadamente su condición.  

Este material estará disponible en un micrositio web para que los Departamentos de Consejería Estudiantil puedan descargarlos y usarlos en los procesos de concientización que lleven adelante en sus instituciones educativas.

Por último, el tercer componente es un número de Whatsapp (0983264505) que está desde hace unos días activo para receptar dudas, comentarios y, sobre todo, para solicitar ayuda.

“Los padres de familia a veces tienen ese recelo de contar, entonces más bien queremos motivarles para que puedan hablar abiertamente a través de nuestro Whatsapp sobre el acoso escolar”, explicó José Ávila, psicólogo clínico.

José, además de canalizar todos los mensajes para solventar las dudas y dar consejos a quienes estén sufriendo de acoso escolar, también forma parte del proyecto armado por la Unidad Educativa CEBCI y la Universidad de Cuenca, a través de la investigadora Miriam Ordóñez.

Ahora mismo, José aplica un test a los estudiantes de la Unidad Educativa CEBCI para conocer cuántos han sido testigos o víctimas de acoso escolar.

Para el psicólogo clínico es necesaria la aplicación de la prueba, ya que se sabrá lo que está pasando entre los niños y adolescentes.

“Hemos tomado como primera etapa el diagnóstico para poder, primero, identificar si es que hay casos en la institución y a partir del índice de casos empezar a hacer diferentes temas de psicoeducación.  Lo ideal sería hacer intervenciones en cada una de las instituciones”, agregó Ávila.    

Por lo pronto, los coordinadores del proyecto esperan que las instituciones educativas de Cuenca se sumen a la charla y al desarrollo de cada uno de los componentes de la propuesta para evitar que niños y jóvenes continúen sufriendo de acoso en las escuelas y colegios.

La pandemia y sus consecuencias

Para la docente e investigadora Cindy López, quien pertenece a la Red Latinoamérica de Convivencia Escolar, el convivir en las instituciones educativas se ha dejado de lado, en un momento en el que el acoso escolar está mucho más latente en este regreso a las clases presenciales tras la emergencia sanitaria.

Sin el contacto entre la comunidad educativa, según López, los estudiantes han regresado sin saber cómo manejar sus emociones.

“Si bien se realizan charlas, campañas, se ha evidenciado que el tema del bullying ha incrementado de forma significativa debido a que este tema requiere de habilidades socioemocionales las cuales se desarrollan cuando uno está en contacto con la comunidad educativa”, opinó la investigadora.

Ante ello, la docente cree que hay algunos trabajos que deben cumplir los establecimientos educativos, principalmente dos.  

En primera instancia es necesario que el código de convivencia escolar (que deben tener los centros de estudios) sea desarrollado y socializado con todos los integrantes de la comunidad educativa.

Y, en segunda instancia, los victimarios no deberían ser castigados, sino integrarles a un proceso reflexivo y un proceso de reparación al daño causado. (I)