Vivir de las herejías

Alberto Ordóñez Ortiz

La corrupción, palabra desgastada por su uso indebido, pero, indispensable para definir lo que pasa en nuestro país, tiene múltiples rostros, no solo consiste en la apropiación de dineros públicos, sino también –entre otros- cuando un funcionario de elección popular no hace nada de lo que prometió en su multimillonaria campaña electoral. Ya habrá identificado al autor del descomunal desafuero. ¿Verdad? ¡Es que está a la vista! y, lo que es peor: inunda nuestros televisores con el cuento ramplón “del gobierno de todos”, ¡si!, porque es de todos los que mueren en las cárceles, en las vías públicas y demás atrocidades, de los que perdimos la esperanza, porque sabemos que todo nos será negado a <manos llenas>, como corresponde a la “generosidad” de los mandantes. 

Por todo lo que nos está pasado, hay quienes creen –y quizá tengan razón- que hubiésemos estado mejor si seguíamos siendo el conjunto de tribus que habitaban nuestro territorio, pues tenían solucionadas sus necesidades básicas y jamás habrían sido víctimas de la fianza de Pólit, la misma que por su pecaminoso contenido, como la de otros “angelitos”, da vigencia al sabio refrán: “Sacristán que vende cera sin tener cerería, de dónde pecatas mea, si no es de la sacristía”.

Así las cosas, exaspera la truculenta intromisión de Lasso en la Corte Nacional, en particular en contra de su Presidente, para lo que se valió del habeas corpus con que un juez de Manglar Alto –el único responsable- excarceló a Glas. En este punto, cabe preguntarse: ¿Quién lo permitió?, pues quién más que el Director de la cárcel 4 de Cotopaxi, servidor que es designado por el Ejecutivo a través de uno de sus funcionarios. ¿Y cómo lo permitió si había 2 sentencias pendientes de ejecución?, pues de la manera más simple: haciéndose el ciego. ¿Y por qué no ha sido destituido? Bueno, porque su protector sería el mismo que está a la vista. 

Una precisión final: la crisis económica se superaría si por cada error gubernamental se cobrará el interés bancario sobre un capital simbólico del 0/100 por mil, y digo bancario, porque es el vocablo preciso y porque como decía Unamuno: “la política, como las religiones, viven de las herejías”. (O)