Agradecido

Jorge Dávila Vázquez// Rincón de Cultura

Tiempos hay en la vida, en que todo parece confluir para dicha y alegría, y más aún, cuando son etapas que llegan luego de grandes dolores.

Es lo que me está ocurriendo en este período vital: pasé por una crisis terrible, ahora han llegado repetidas y conmovedoras acciones de amigos y grupos cercanos a mí, que me han llenado de gozo y gratitud.

Uno de los más recientes regalos ha sido la sexta edición de mi libro-poema de amor y homenaje a Cuenca, SINFONÍA DE LA CIUDAD AMADA, ornado de preciosas fotos de “Tuga” Astudillo, diseñado bellamente por Bernardo Zamora, y su entrega al público.

La edición se hizo por iniciativa del Departamento de Cultura del Municipio y su Directora y por decisión del Alcalde, el querido Pedro Palacios, secundado por el estupendo logro editorial de la Universidad Católica, cuyo rector, Enrique Pozo, fue el primero de los dos presentadores del libro, la noche del 10 de mayo último. Sus cálidas palabras, su sencilla aproximación al texto, inolvidables.

Guillermo Cordero, en representación del Encuentro sobre Literatura “Alfonso Carrasco” y de la Facultad de Filosofía de la U. de Cuenca, analizó el extenso poema, con sensibilidad y hondo conocimiento literario; tomó la palabra Tamara Landívar, que estuvo fraterna y efusiva. 

Con el apoyo de la gran poeta Isa Aguilar y de Guillermo Cordero, leímos unos fragmentos del volumen.

Me emocionó ver a amigos de los distintos períodos de mi existencia, reunidos en el bello espacio de la Casa de las Posadas -cuyos funcionarios estuvieron siempre atentos a todo detalle esa noche-.

Conmovido, abracé a Bertha Arévalo, que en la lejana infancia escuchó a mi lado, los cuentos de su hermana Fanny y de Consuelito Carrasco, que en paz descansen.

Igual estuve con amigos de la juventud, que perduran a través del tiempo: Gina Peña, Rolando Sarmiento, Cristina y Malena Corral, Piedad Galarza, Cecilia Arízaga… Y con mis compañeros y colegas de la Universidad: Ma. Eugenia Moscoso, Felipe Aguilar -y su esposa Martha- y Manuel Villavicencio.

Y me acompañaron en todo momento mi esposa, mi hijo Juan, y dos de mis nietos: Sol y Daniel.

Y estaban mis hermanas, Alicia y su hija Maritza, Margarita y Ana y su compañero perenne, Wilson Gárate.

A ellos y a todos quienes me acompañaron, mi profundo y público agradecimiento. (O)