Construir ciudad

Eduardo Sánchez Sánchez

La bella Ciudad de Cuenca, la “cargada de alma”, la patrimonial, la de los cuatro ríos, la construida sobre suelos que en la pre Hispania se conocían como Guapondelig (cañari) o Tomebamba (inca), es una Ciudad con personalidad, con abolengo de distinción andina, sus ríos marcan diferencia y la embellecen a la llanura de flores diseñada sobre suelos australes y distantes de la capital, con un aislamiento crónico y ajeno al poder central, forrada de ofertas fatuas y falsas, olvidada de quienes dirigen los destinos del Ecuador, como lo señaló Benigno Malo Valdivieso, al fundar la Universidad de Cuenca en 1867. Asentada a los pies andinos que conforman el macizo de El Cajas que es una esponja de recepción hídrica en los páramos occidentales y que son la fuente hídrica austral. Capital de la generación hidroeléctrica nacional, en virtud de que el Río Paute, en sus tres estaciones y durante el 2021 produjo el 27,29% del total energético.

Esta Joya morlaca es el fruto de una gestión intensa de hijos que orgullosos de su terruño, han puesto su mayor esfuerzo para desarrollar la planificación y el diseño, la fisiología, la arquitectura, servicios de agua y electricidad, telefonía, etc.   Las últimas décadas no hemos sido responsables en exigir sea respetada Cuenca y el Azuay, frente a ello tenemos esta imposición de la cárcel de Turi, las concesiones mineras metálicas, la degradación de paramos y áreas verdes, el avance grotesco de la frontera agrícola, la deforestación no controlada por el Estado, alteración de quebradas y cursos hídricos naturales, la ausencia de proporcionalidad entre pago de impuestos y la inversión en VIALIDAD, el cuidado del PN Cajas, y el cumplimiento de leyes, reglamentos y disposiciones jurídicas, antes que precampañas políticas y la perpetuación antes que la innovación. (O)