¿Nano-influencer?

Tito Astudillo Sarmiento

Cuando el campo, plataforma o contenedor se transforma, muta o reinventa; lógico es suponer que el contenido que lo ocupa o da sentido, se transforma o adapta en consecuencia.  Así del espacio al ciber espacio el hábito se adapta al campo para recuperar o alcanzar el capital simbólico que genera legitimidad y poder.

Referencia necesaria para enmarcar la transformación del marketing de experiencias e influencias, confluyendo en un modelo inbound que, manteniendo su esencia de fondo adapta su ejecución de forma: pasando del desarrollo de contenidos para una sociedad que demanda información y conocimiento; a la generación de contenidos para una sociedad que busca tendencias y comportamientos en búsqueda de experiencias.

Disrupción, espontaneidad e independencia, la figura del influencer, escaso en desarrollo, amplio en generaciones, emerge como el nuevo “liderazgo” no tanto de opinión, pero si de conducta, comportamiento y consumo.

Pero, de un modo u otro, todos somos influencers, en escala y guardando las distancias, retomando la escala del deci, centi y mili; y, ampliándola al micro, llegamos hasta el nano; y nos aceptamos y abrazamos como nano-influencers; es decir, como pequeños productores o reproductores de ideas para compartir algo que vale la pena voltear a mirar.

Y lo cuento porque conversando con Bernardo Polo; surge, a modo de la pregunta de Yali en el librazo de Diamond; la cascada de preguntas: ¿y si todos nos unimos, cada uno en su carril, para producir, generar, desarrollar y compartir contenidos que nos reencuentren con lo nuestro? ¿qué pasa si tomamos la decisión, iniciativa y acción de salir con nuestros smarths, a ese lugar típico o tradicional que merece ser mostrado y lo subimos en nuestras redes? ¿cuánta rotación, movimiento y transacción podríamos generar en beneficio de nuestra propia sociedad? ¿será que nos animamos a probar o solo le damos un like al tema y dejamos que lo hagan los influencers? (O)