Error inexcusable 

Alberto Ordóñez Ortiz

Después de la escandalosa salida de Glas de la Cárcel 4 de Cotopaxi, justamente cuando el presidente de forma extrañamente coincidente- celebró con Correa –su archienemigo-  y Nebot –su enemigo declarado y amigo del Club La Unión-, el nefasto pacto que <aseguraba> la mayoría en la Asamblea, y luego de que, a renglón seguido, lo abandonaron a su suerte –triste por cierto- y anunciaron que pondrían en marcha la revocatoria de su mandato que, por sus desmedidos desatinos, le será casi imposible superar, es preciso, si aspiramos a una visión certera, que hagamos una evaluación de los acontecimientos. Veámoslos:  

1) El director de la cárcel de Cotopaxi –como los demás – es parte de la función ejecutiva. Como tal, fue nombrado por el Director del SNAI, designado a su vez  por don Guillermo, lo que le convierte en su delegado; 2) Que tales directores, para excarcelar a los reos “favorecidos” por habeas corpus, deben por mandato legal verificar si en otros juicios tienen penas pendientes de ejecución, (Glas tiene dos), so pena de graves sanciones, que incluyen acciones penales; 3) En acto inaudito, ese mismo director certificó (con Glas aún en la cárcel) que no sabía si estaba dentro de ella, y todo, para viabilizar que el habeas corpus del exvicepresidente se iniciara ante cualquier juez, incluido el de Manglar Alto. 4) Que, para colmo, no ha recibido sanción alguna ¿Misterio misterioso?   

Pero hay algo extremadamente interesante, en el caso del narco holandés Vokshi Nezdet, previo pedido del Presidente de la Corte Nacional de Justicia, la Corte Provincial de Santa Elena –a través de la respectiva Sala- acaba de ordenar el reintegro del narco a la cárcel y de declarar el «error inexcusable» del juez que dispuso su excarcelación, error que siempre ha sido causal de remoción. En el caso concreto, ¡naranjas!  

Así las cosas, la justicia en el caso Nezdet, sale indemne. Las furibundas acusaciones del Presidente en contra de su homólogo de la Corte Nacional quedan revolcándose en el duro piso. En tanto que él –el presidente de la República, claro está- quedará como autor de error inexcusable. ¡Sí!, de error inexcusable, por el resto de su vida. ¿Y si regresan a Glas a la cárcel? (O)