El derecho de huir

Marco Carrión Calderón

Es un derecho fundamental del ser humano el de poder huir de donde se siente mal, de donde sufre hambre, miseria y donde sus derechos fundamentales no son respetados. Estoy entrando a este tema en vista de las noticias internacionales de que se produce nuevamente una ola de migración desde Cuba hacia Estados Unidos. Hace pocos días, en un precario bote de madera han llegado al centro de Miami Beach algunos infelices cubanos que huyen de la pobreza, del hambre y de la falta de elementales derechos ¿Cómo se comprende que la gente huya del paraíso socialista en lugar de vivir allí para siempre y con toda felicidad? Igual existe un éxodo imparable de venezolanos y nicaragüenses.

Es una versión moderna de la barbaridad que fueron los paraísos de los trabajadores de la época soviética. La gente escapaba de allí en forma masiva y esa fue la razón de crear los infames Cortina de hierro y Muro de Berlín a través de los cuales la gente, arriesgando su vida escapaba hacia Occidente evitando las vallas de los soldados encargados de impedir, a toda costa y fuese como fuese, que los infelices ciudadanos de Alemania Oriental escaparan en busca de libertad y de mejores días. La televisión mostró cómo los “prisioneros” del “paraíso” socialista derribaban el muro y salían felices de esa inmensa cárcel para unirse con sus familias al cabo de décadas de encierro; festejaban felices su libertad y bailaban en las calles. Nunca olvidaremos esas imágenes de personas que vivieron encerradas sin derechos, sin libertad y en una enorme pobreza.

También en los otros “paraísos socialistas” como Bulgaria, Rumania, Hungría, Polonia, Albania, por ejemplo, el ansia de escapar era tan grande que muchísimas personas dejaron sus vidas en el empeño. Cuando Checoslovaquia tuvo un gobernante que decidió no encarcelar a su gente dentro de unas murallas virtuales, pero más crueles que las verdaderas, fue invadida por centenares de tanques soviéticos pues no se concebía que dentro de ese imperio infame hubiera gente que pueda considerarse libre.

Pero, sin embargo, en muchas partes, incluido nuestro terruño había y hay gente ciega convencida de la maravilla de los paraísos-cárceles. (O)