La viruela del mono

Hugo Lucero Luzuriaga

Estando el mundo todavía aterrado por la pandemia del coronavirus SARS COV 2, que causó y sigue causando, aunque en menor intensidad una crisis sanitaria, económica y social, a pesar de la resiliencia, como que ha quedado el ser humano temeroso a la potencial aparición de nuevas pestes que generarían más caos mundial. En este contexto, ha causado preocupación las noticias sobre la aparición de la enfermedad conocida como la “Viruela del Mono”, nombre que nace por las lesiones similares en la piel a la viruela, y la del mono porque posiblemente se estudió en algunos primates sin que estos animales sean los reservorios.

Enfermedad, que, por datos estadísticos, se conoce que no tiene una alta morbi-moralidad y que siendo viral se ha presentado desde hace algunos años en países africanos en donde se han reportado algunos brotes epidémicos.  El agente viral tiene una estructura relacionada con el virus de la viruela y de la varicela, causando enfermedad parecida, pero en general más leve, aunque puede aparecer ciertas complicaciones generalmente en personas inmunodeprimidas (débiles).

La trasmisión es probable que se produzca cuando las personas entran en contacto con líquidos corporales de animales infectados como por mordeduras de ardillas y otros roedores, además si una persona inhala gotas que contiene el virus y que son trasportados por el aire.  No hay tratamiento específico siendo la vacuna antivariólica eficaz para controlar brotes.  Es una enfermedad que está en forma endémica (algunos casos en forma constante), en muchos países sobre todo tropicales, empero está desencadenando muchas preocupaciones por una serie de informaciones, que las más de las veces confunden a la población.

En definitiva, la Viruela del Mono es una patología viral que ha existido desde hace mucho tiempo, sin que por ello debamos confiarnos a sabiendas de la experiencia que tenemos en lo que se refiere a la mutación de los virus que pueden ser más peligros, empero, no es el momento para aterrarnos ni conmocionarnos, sabiendo que la vida sigue con la presencia de todos los tipos de vida, siendo el HOMBRE EL PRIMER ENEMIGO DEL HOMBRE. (O)