Las épocas de nuestra historia

Hugo Darquea López

En los procesos políticos de las sociedades encontramos etapas relucientes y sombrías, de grandes logros o de tiempos planos y momentos de declive hasta un nivel de dramatismo exacerbado por la corrupción, para llegar al término del tiempo aciago y recomenzar si es posible con la fortaleza del cambio integral.   

El Ecuador ha conocido momentos claves, el  primero desde 1830 a 1895  del Floreanismo a  la cumbre Garcíana y su reescritura morigerada con el  “progresismo”  para ser superado con la Revolución Liberal y la conducción del Afarismo, que significó un profundo cambio ideológico y que  luego es remodelado por  la revolución Juliana en 1925,   que organiza el Estado desde la perspectiva de un modelo mixto para las estructuras económicas con visión social, ni socialista ni capitalista, fue una propuesta ecléctica  que ha dejado huella por la visión compactada de empresarios y trabajadores, que en su ejecución tubo líneas truncas de las que surge el populismo ilustrado de Velasco Ibarra,  prevaleciente entre 1933 a 1972,  con golpes de estado, dictaduras militares y un período constructivo y de continuidad institucional comprendido entre 1948 a 1960, para desembocar en la dictadura de 1963 a 1966  y otra vez  un lapso de incertidumbre institucional.  

Superando la etapa de gobiernos de facto que inicia Velasco Ibarra con el autogolpe de Estado en 1970 y la pretensión gubernamental del militarismo reformista entre 1972 a 1978, adviene en ese año la restauración democrática que llega a nuestros días con el constitucionalismo declarado pero  corroído por la demagogia del populismo autoritario, vigente desde el 2007 al 2017, seguido por el  período de transición y la disyuntiva entre la gestión  civilista y democrática del actual gobierno, o el retorno al populismo autoritario.

En nosotros está la decisión. (O)