Informe

Ana Abad R.

“El Ecuador necesita ser gobernado” ha dicho el señor Presidente de Ecuador en su primer informe a la Nación. Lapidaria sentencia que se convierte en una especie de harakiri político, pero quizá la única verdad dicha por el Primer Mandatario que no ha logrado consolidar su liderazgo en su primer año de Gobierno. Un informe cargado de promesas –como si aún estuviera en campaña– da cuenta de “realidades” construidas con discursos y alejadas de la vida diaria de una empobrecida sociedad ecuatoriana que no ve una ruta política segura para el país y mira, además, con temor la grave vulnerabilidad social y ambiental en la que nos encontramos. Un informe y un discurso engañoso como hablar de transición ecológica cuando los decretos 95 y 151 dan respaldo incondicional a la explotación minera y petrolera o usar cifras de empleo, salud, educación, vialidad, etc., diferentes a los datos difundidos por el INEC o con una vana grandilocuencia afirmar que su política de derechos humano es “la más avanzada que jamás ha tenido el país” o que “por primera vez” en la historia del país se ha diseñado una política pública de rehabilitación social o afirmar que “impondrá” la tranquilidad ciudadana; el Gobierno tiene un lectura insuficiente y sesgada de las realidades sociales, económicas y políticas que enfrentamos que, sin duda, le pasarán factura. (O)