La literatura en colegios

Jorge Dávila Vázquez// RINCÓN DE CULTURA

En estos días he podido asistir a actos relacionados con la Literatura en tres planteles cuencanos. Iremos en orden.

Primero fue un resumen de lectura y diálogo sobre mi novela EL SUEÑO Y LA LLUVIA en la Unidad Educativa La Inmaculada (25 de mayo). Ciento veinte alumnos, sumamente preparados e inteligentes dialogaron largamente sobre el libro, y luego me pidieron una firma en el volumen. La conversación con esos jóvenes y esas muchachas verdaderamente enamorados de la obra, fue muy emotiva, en sí misma, y más todavía cuando les hice notar que la edificación del colegio se levantaba sobre los terrenos que formaban parte del mítico Monay de mi infancia, nombre que se daba a un área muy extensa de Totora Cocha, y que es el escenario entre realista y ficticio de la narración. Reina Asmal, que realizó la coordinación del acto pronunció un emotivo discurso, y profesoras y padres de familia de los grados en que se realizó la lectura, y que fueron los participantes centrales de este encuentro, hicieron un despliegue de generosidad y simpatía en todos los planos, incluido el gastronómico.

El segundo plantel que visité fue el Liceo Americano Católico, que organizó el Primer Concurso Intercolegial de Literatura «Jorge Dávila Vázquez», el 26 de mayo.

Compartí el Jurado Calificador con Galo Torres y David Aguirre -que llevó el vídeo de su hermano Jorge y el Grupo Ayllu Llakta, cantando CUENCA, CIUDAD AMADA, que se basa libremente en mi poema SINFONÍA DE LA CIUDAD AMADA, y que fue parte del programa Académico.

Fue un atractivo certamen en que los participantes eran, por un lado, autores de poemas y cuentos breves sobre la pandemia, enviados previamente, y por otro, creadores que dijeron sus textos ante el público.

Todo se realizó en un ambiente de compañerismo, entre los alumnos de distintos centros educativos que competían, y mucho respeto hacia colegas y maestros. Uno de los responsables del acto, incansable en su actividad, fue Jhon Chuquimarca.

Por último, el 1 de junio acompañé, en la Unidad Educativa Ausubel, a Rosalía Arteaga. Los dos, en mayor o menor medida, dialogamos con los alumnos y recibimos indudables pruebas de su afecto, como también del de los directivos de la entidad. La responsabilidad mayor fue de Germán Rivera.

¡GRACIAS A TODOS! (O)