Cuenca en la academia

Jorge Dávila Vázquez// RINCÓN DE CULTURA

Llegó la fecha señalada por la Academia para mi incorporación como Miembro de Número: viernes 17 de junio, 6 de la tarde, en el Aula Magna de la Universidad de Cuenca.

Y nada pudo impedir que se realizara el acto, con un buen público, cálido, afectuoso e interesado, y con la presencia de dignatarios y miembros de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, que vinieron expresamente para la ceremonia: Susana Cordero de Espinosa, la Directora Nacional; Francisco Proaño Arandi, Secretario General y Raúl Vallejo Corral, que contestaría mi discurso de ingreso. A ellos se sumaron los cuencanos Joaquín Moreno Aguilar y Oswaldo Encalada Vásquez.

El discurso de Susana fue hermoso y de gran hondura poética. Se mostró capaz de transformar en poemas dos fragmentos de mi obra en prosa: del cuento “La señorita Camila” y de la pieza de teatro “Barco ebrio”.

Me tocó exponer mi análisis de la obra que he producido en “El reino de lo breve”. Pero inicialmente rendí un homenaje a Bruno Sáenz Andrade, el gran poeta, cuya silla y letra ocupo desde ahora en la Academia. Realmente estaba conmovido, y no podía ser de otro modo. Luego, abordé mis relatos cortos desde su remoto origen en mi obra, 1979, hasta la fecha; cada vez más breves, sintéticos y cuidadosamente escritos. Inserté mi producción en el todo mayor de la escritura de ficción del Ecuador y de algo de Latinoamérica.

Raúl Vallejo respondió a mi intervención con una brillantez y una lucidez admirables. Una pieza literaria realmente magistral y dotada de un conocimiento admirable del tema. Recibí el diploma y la medalla correspondientes, que me acreditan como Miembro de Número.

En seguida, Joaquín Moreno presentó “Días de la vida. Cien microcuentos”, edición conmemorativa de mi fecha de incorporación, que vio la luz gracias a la alianza entre la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay y la Casa Editora de la UDA. Un dato curioso: en realidad son 99 las historias mías, y el volumen se cierra con un precioso cuento de mi nieto Daniel Zamora Dávila. Moreno estuvo lúcido, preciso, sin términos extraños y agradó mucho al público.

Finalmente, Oswaldo Encalada entregó mi tomo de teatro “Las puertas de la noche”, con un análisis breve, lúcido y brillante, como siempre que interviene.

Realmente inolvidable noche. ¡Gracias a todos! (O)