Lamento

Catalina Sojos

Nuestro país, diente de león, volatilizado por el soplo de la violencia; hambriento de venganza y justicia, hundido entre políticos y seres que aprovechan el caos para pescar en río revuelto y obtener un privilegio, nuestro país con el dedo (no en la llaga) en la noticia falsa para replicar los odios, con los revolucionarios de las redes sociales que disfrutan paso a paso los aconteceres mientras devoran entre papas fritas y series de Netflix los actos vandálicos que comienzan a aparecer en las ciudades; nuestro país del desencuentro, de la ausencia de diálogo, atomizado por el racismo y convertido en distintos clubes de indígenas, blancos, mujeres, jóvenes, y otras categorizaciones, sin una sola bandera, sin civismo, sin urgencia de Patria, así con mayúscula, plagado de discursos y opiniones rimbombantes de una ignorancia y audacia total. Este paisito del desempleo que se quedó votando y botando presidentes, siempre al margen de los verdaderos poderes; confundido, con el precio de la gasolina y la canasta básica por las nubes, con las carreteras cerradas, con el narcotráfico detrás de los telones, nuestro país de las cabezas guillotinadas encontradas en la basura, sin jueces probos, es decir el Ecuador mal amado, prostituido, violado, día a día ¡Ay país, cómo nos dueles! (O)