¿Quién quiere la paz?

Alberto Ordóñez Ortiz

El país se derrumba. Está en dirección a las ávidas fauces de quienes impulsados por delirantes ambiciones se disputan el poder en una suerte de cruenta guerra civil. Si siguen, así las cosas, la república desaparecerá. Volveremos a ser las varias tribus que habitaron el territorio de lo que ahora es nuestro país. Y, tal vez sea mejor. Pero, ¿cómo ocurrió? Repasemos someramente los hechos, pero antes subrayaré la obtusa presencia de la discriminación de un sector de “encopetados mestizos” contra los indígenas, pese a que deben tener por lo menos algunas pintitas –si no muchas- de sangre del linaje que rechazan. 

A inicios de este gobierno –hace un año- la Conaie mantuvo una reunión con el presidente, animada del propósito de que sus centenarios y actuales reclamos fueran atendidos. Lamentablemente fueron ásperamente rechazados. Frente a ese desaguisado, anunciaron que el 23 de junio pasado se verían obligados a recurrir a un paro nacional. Sin embargo, el mismo presidente que los rechazó –cuando el paro alcanzó niveles dramáticos- dijo en declaraciones de última hora, que él quiere la paz, ellos –agregó- quieren tumbar al presidente. Así las cosas, uno se pregunta: ¿quién quiere la paz? ¿Será el que por falta de una política de seguridad adecuada no pudo detener el brutal asesinato de más de 500 presos? ¿Será el que por sus inacciones elevó el costo de la vida a límites insostenibles? ¿Será el principal causante de que cientos de pacientes desahuciados reclamen por medicamentos? ¿Será el que emitió el decreto 529 que consagra el “uso progresivo de la fuerza” y la “fuerza letal” que faculta que los agentes del orden la apliquen cuando en función de la gravedad de los hechos la estimen necesaria, reduciendo, así, su empleo a su apreciación subjetiva y creando la posibilidad de que se cometan toda clase de atentados? ¿Quién quiere la paz?

Condenamos los excesos y aspiramos a que el diálogo supere los desacuerdos. Pero, de lado y lado la necedad prevalece. Cierto que tras su reciente operación el presidente anda con tal dificultad que da la sensación de que se podría caer. De allí a que se diga que podría haber presidente cuencano, hay un abismo. ¿Quién quiere la paz? (O)