Calibán

Catalina Sojos

Y otra vez Calibán salió a vomitar su odio en casas, calles y avenidas; una vez más estamos ofendidos y humillados con “lideres” que no son capaces de consensuar, dialogar, gobernar, lamiéndonos las heridas, ateridos después de la pelea, los gritos estentóreos y las muertes. Nuevamente indígenas fumigados de la casa de la cultura, militares heridos, policías muertos, niños acribillados por perdigones, agua envenenada, hermanos contra hermanos; con el sello de “banana republic” en la frente y hacia el mundo, en un país en ruinas luego de ¡quince días! de paro, más pobres que nunca con el alma y los bolsillos destrozados. Sin pudor, sin dignidad, mirando los escombros y con el chuchaque moral del insulto, la violación de los derechos humanos y de todo lo que existe. Y es que en estas aventuras trogloditas todos perdemos. No hay ganadores, nadie ha triunfado, únicamente la desolación de pertenecer a un territorio donde el narcotráfico, la corrupción y la politiquería han clavado sus garras en lo más íntimo de nuestra esencia. He aquí mi  amigo lector nuestra lectura de estos días ruines que habremos de recordar con vergüenza y miseria, tanto moral como económica. Sin embargo, debemos asumir que no tenemos ni zapatos ni ponchos colorados, únicamente nuestro corazón rojo nos sostiene. Porque nuestra bandera es tricolor y cubre a todos los ecuatorianos. Vaya el abrazo solidario para todos los familiares de las víctimas caídas en estos días infernales. (O)