El Papa insta a dialogar

¿Terminarán las protestas violentas?. Ojalá sea hoy. Van quince días de una invivible situación. Ya nadie aguanta más. No lo soporta ni el gobierno, ni los manifestantes, excepto quienes se aprovechan para sembrar caos, terror, generar hambruna y enlodar la democracia; peor los demás ecuatorianos amantes de la paz, del diálogo, del trabajo.

Hasta el Papa Francisco, en su rezo de la oración del Ángelus efectuado ayer en la Plaza de San Pedro, pidió al Gobierno y a la Conaie abandonar las posiciones extremas.


Para el Papa, “solo con el diálogo se puede conseguir la paz social”. Ojalá lo entiendan quienes, de uno u otro lado, se empecinan por ver al país envuelto en una especie de guerra entre ecuatorianos, no solo entre actores directos del problema, sino entre quienes sacan a relucir sus más recalcitrantes enconos, o buscan aprovecharse de una legítima protesta para sembrar odio, destruir todo, hasta el orden constituido.

A estos últimos se debe desenmascararlos. De hecho, ya son visibles. Los ecuatorianos de a bien ya les pusieron el ojo. Hasta dirigentes de la parte reclamante les han pedido no aprovecharse de la protesta para intentar retomar el poder. ¿Lo entenderán?

En su alocución, el Papa espera “pronto la paz social, y con atención a las poblaciones marginales más pobres, pero siempre respetando los derechos de todos y las instituciones del país”.

Sobra la semántica para interpretar el sentido de esta frase papal. Toca ver cómo reacciona el Gobierno y los dirigentes de la protesta, repetimos, desnaturalizada por la violencia, organizada, a lo mejor, para satisfacer egos personales y otros intereses protervos, en claro perjuicio de las justas aspiraciones de los marginales, sedientos de pan, de trabajo, de salud, de justicia.

La paz pedida por el Papa no debe edificarse sobre las piedras de los violentos, ni en la ambición de politiqueros mendaces; pero tampoco en la desidia del Gobierno.