Entre noche y día

Hernán Abad Rodas

En el terrible silencio de las noches de junio, luego de que las estrellas y la luna han desaparecido del cielo de nuestro querido Ecuador, y tras el inmenso velo de oscuras nubes, caminan a solas los ecuatorianos, por las calles de las ciudades y los valles del temor y la desesperanza.

Entre la noche y el día, los espectros del hambre, la miseria, el desempleo y el miedo, comienzan a salir de sus escondrijos, y con sus pesados pasos se aproximan a niños, hombres, mujeres y ancianos

Entre la noche y el día, durante el paro nacional organizado por la CONAIE y demás aliados, cuando veo escenas e imágenes desgarradoras que testimonian la agresión a personas que no comulgan con esta forma  terrorista de protesta social, saqueos, vandalismo y destrucción de la propiedad pública y privada,  mi corazón sufre, y ante mi impotencia frente a tan grave  tragedia, social, económica y política digo: cállate corazón mío, pues el lúgubre espacio que cobija a los dirigente indígenas como a  los políticos que se hacen los desentendidos no escucha tu voz; haz silencio corazón, pues la procesión de tinieblas organizadas por los sepultureros de la patria que fungen de dirigentes sociales de un pueblo digno que prefiere morir de pie que vivir de rodillas, no se detendrá frente a tus sueños.

A veces en mis sueños veo a los falsos profetas de la política, sátrapas y dictadores de toda especie danzar entre tumbas y montículos de cráneos humanos, nadie es testigo, sólo el viento que llora y se lamenta; luego al despertar, pienso en el sufrimiento de mis compatriotas, y me pregunto: ¿A dónde, se fueron mis sueños y sus imágenes?, ¿cómo puede soportar el alma tanta tragedia humana? Entre la noche y el día, espero que el sueño me devuelva una luz de esperanza de paz para los habitantes del Ecuador.

La corrupción, las democracias mal concebidas, el autoritarismo, la justicia que vive en cautiverio del poder político y las falsas revoluciones, no sólo en el Ecuador sino en muchos países del mundo, junto con la grave crisis de valores humanos, han convertido al ser humano en un esclavo de la vida, es una esclavitud que llena los días con miseria y desesperación, e inunda las noches con lágrimas y angustias.

Un día los ecuatorianos encontramos la paz, la democracia, la libertad, y la sembraremos como un árbol en una nueva tierra, en un campo distante apartado de los caminos del tiempo, de los falsos profetas, y del perfume de sus raíces beberá el sol de nuestras playas, bosques y montañas, despojándole del recuerdo de primaveras y otoños duros y a veces sangrientos. (O)