¡Triunfó el diálogo!

Análisis político Marco Salamea Córdova

Después de 17 aciagos días de paro nacional liderado por el movimiento indígena, finalmente al Gobierno del Presidente Lasso decidió concretar un diálogo, y negociar un acuerdo con la CONAIE, la FEINE y a FENOCIN, que permitió terminar dicha medida de hecho.

Sin embargo, igual que lo hizo el Gobierno de Moreno, tuvo que esperar tantos días para entender que el conflicto social expresado en un paro no se resuelve con la minimización del conflicto, con las repetitivas descalificaciones a los dirigentes de las protestas y con la represión. Ninguno de los problemas e inconvenientes que afectó a la población se hubiera dado, ningún fallecido y herido, así como ningún enfrentamiento físico y verbal entre los ciudadanos, si es que el Gobierno hubiese optado desde el principio o incluso desde antes del paro (cuando la CONAIE esperaba respuestas a sus pedidos) por la vía de un verdadero diálogo, con acuerdos, compromisos, y plazos para su cumplimiento.

Toca al Gobierno leer bien lo que acaba de pasar, convertir lo que veía como “amenaza” en una oportunidad para establecer rectificaciones, como las de impulsar políticas efectivas en áreas como la salud y la educación públicas. Resulta inaudito que haya tenido que haber un paro para pedir que el Gobierno se preocupe de atender esas áreas, así como cuestiones como un combate más eficaz al crimen y la inseguridad, el control del incremento de los precios de los productos de primera necesidad, etc. Todas peticiones y cuestiones que, entre otras, formaron parte de los 10 puntos planteados por el movimiento indígena; puntos que, por lo tanto, no sólo beneficiaban a los indígenas, sino a amplios sectores de la población mestiza, especialmente a los sectores pobres.

En el diálogo, el movimiento indígena supo también ceder en relación a algunos puntos, como no empecinarse en lograr una reducción en el precio de los combustibles, en el porcentaje solicitado inicialmente.

Particular importancia, dentro de esos puntos, tuvo el pedido de derogar aquellos decretos gubernamentales que buscan expandir la explotación petrolera y profundizar la explotación minera en la Amazonía, con las consiguientes agresiones al medio ambiente y al habitad de los pueblos amazónicos. Toca ahora cumplir lo acordado. (O)