¡Por qué esperar tanto!

Francisco Chérrez Tamayo

No sé, si la tozudez, el ego y la prepotencia de las partes en conflicto, hizo que el país pase 18 días de zozobra, con las consiguientes pérdidas humanas, materiales y económicas. ¿Por qué esperar que se produzca tanto daño, si todos sabemos que el diálogo es el camino hacia la paz? ¿Quiénes responden por los muertos y heridos, y por tanto destrozo físico perpetrado a la nación? Presidente Lasso, una vez que se firmó el acuerdo de paz, y que la Asamblea no le destituyó, tiene la última oportunidad, para dar un giro de 90 grados, al timón del barco que está a la deriva, casi llevándonos al despeñadero a más del 90% de los ecuatorianos.

La mayoría deseamos y reclamamos desarrollo y vientos de paz para la nación; necesitamos vivir en democracia y en armonía, no en una guerra fratricida entre hermanos.  Es cierto que Ud. se hizo cargo de un país en crisis, por la depredación social, política y económica, causada por los desgobiernos de la “revolución ciudadana”. Es hora de recapacitar y de “amarrarse” los pantalones, para brindar la atención diligente y necesaria a los pueblos más olvidados y vulnerables, ancestralmente despreciados por los gobiernos de turno.

En todo país democrático, la protesta pacífica es un derecho inalienable, por lo que estamos de acuerdo con el reclamo justo de los indígenas; pero siempre condenaremos el cierre de carreteras, la extorsión, el secuestro, el saqueo, la destrucción de bienes públicos y privados, etc. Sabemos que hay mucha gente infiltrada, que le perjudica al pueblo indígena; no dudamos que Iza, Vargas y compañía, tienen el pleno conocimiento de quiénes forman estos grupos de guerrilla urbana; además colegimos, de dónde proviene el financiamiento de este grupo de vándalos. La justicia tiene que juzgarlos, y es menester que lo haga lo antes posible, capaz de que estos dirigentes cabecillas y los financistas que patrocinan a estos salvajes infiltrados, paguen con todo el peso de la ley, por esta vil y cobarde agresión a la Patria. Señor presidente, ha llegado la hora del cambio, demuéstrenos que sí puede; le quedan todavía tres años. ¡El Ecuador está en sus manos! (O)