Como si nada

Jorge L. Durán F.

Bloquearon las vías en puntos estratégicos. No dejaron pasar alimentos, combustibles, insumos médicos, ni siquiera a los enfermos.

Miembros de organizaciones, so pena de ser multados, pasaron hambre, frío, y sus vidas estuvieron en peligro. Quemaron llantas, tumbaron árboles, gritaron, colocaron piedras, las lanzaron. También fueron objeto del “uso progresivo de la fuerza”.

Echaron al suelo cientos de miles de litros de leche. Cientos de miles de rosas y flores languidecieron. Se pudrieron cientos de miles de frutas y verduras.

En una especie del “sin sentido”, en emboscadas bien planificadas murieron militares; también los protestantes, cuyas muertes, no investigadas aún, servirán para componer canciones patrioteras e izar la bandera de corrientes amantes del caos, del “estallido”, de la sinrazón. ¡Insólito!

Contaminaron el agua potable de una ciudad. A otra la convirtieron en la “madre de todas sus batallas”, intentando quemar todo, destruir todo. El resto del mundo viéndonos como un pueblo primitivo. ¡Como para no creer!

Con palos, piedras y cuchillos obligaron a cerrar comercios, aun aquellos puestitos en la vereda, donde la gente, para ganarse el pan del día, vende “perros calientes”, papas fritas, morocho y caramelos. ¡Qué perversidad!

Los mestizos echando pestes contra los indígenas y demás campesinos. Estos últimos, sobre todo sus dirigentes, solazándose porque la hambruna ya llegaba a los citadinos. ¡Incomprensible!

Los citadinos, desesperados, disputándose entre sí un tanque de gas, unos cuantos huevos, una rama de cilantro. Viendo a los vivarachos hacer su agosto a costa de los otros. ¡Indignante!

Todos ellos, aún los blancos, ignorando que todos tenemos algo de negros, de indígenas, de cholos, de montubios, de ignorantes y de sabiondos, de guerreros, pero también de amar la paz.

Odios escondidos, racismo, egoísmo, resentimiento social, el regionalismo, las ínfulas por ser independientes, enconos políticos, avestruces políticos metiendo la cabeza en el fango para no perder o ganar votos; otros queriendo “bajarse al presidente” como insinuando que sí es posible que las ovejas clamen por el retorno de lobo que les robó casi todos sus críos. ¡Qué ruindad!

Sí, sí; todo eso y mucho más en 18 días. Una protesta prostituida. Un Gobierno, como un pez aún vivo en la arena. Nadie quiere asumir responsabilidades. Todos son santos. Todos dicen: no hay vencedores ni vencidos. La ley vale un pito.

¡Sí, sí!… como si nada… Como si nada hubiera pasado. ¡Terrible! (O)