Federalismo y oligarquías locales

Carlos Castro Riera

Entre las Formas de Estado extremas el Federal, y el Unitario, existen formas intermedias como el Estado Autonómico o el Estado Regional y también federalismos más o menos fuertes y unitarismos más o menos descentralizados,  pero dichas formas no son resultado de la voluntad política subjetiva o interesada de tal o cual dirigente o partido, sino de procesos históricos profundos, transformaciones radicales o pactos acordados con serios y largos debates donde la realidad impone llegar a tal o cual organización estatal.

En el Ecuador al nacer como república en 1830 y en coyunturas políticas complejas como la de 1859 se barajó el tema del federalismo, y ha surgido también por disputas políticas expresadas por partidos que responden a grupos oligárquicos locales con amenazas de separatismo, agitando el regionalismo y xenofobia, detrás de lo cual disputaban recursos presupuestarios o presionaban por obras, servicios o jugosas concesiones o simplemente con fines electorales, aunque también han existido posiciones federalistas cívicas y serias frente al centralismo.

No han sido los habitantes de las provincias quienes han protagonizado las exigencias federalistas sino más bien personajes o líderes políticos vinculados a círculos oligárquicos tradicionales con poder económico y dominio de los pueblos locales que sueñan en tener su propia república y manejarla como una hacienda, latifundio o plantación. Ese federalismo oligárquico distorsiona una alternativa de organización política que merecería ser debatida junto con otras.

Es verdad que el centralismo constituye un obstáculo para el desarrollo equilibrado de todas las provincias siendo necesario  una participación y distribución justa y equitativa de los recursos y de la organización del poder en el territorio, pero de allí pretender utilizar esta justa demanda de descentralización para instalar pequeños Estados Federados a manera de feudos para unos grandes señores es otra cosa y peor como alternativa a la construcción del Estado intercultural y plurinacional más aún si están contaminadas con sentimientos revanchistas racistas o xenófobos intolerantes a la diversidad ideológica, étnica y cultural. Más bien debatamos como superar el centralismo de manera cívica y sana. (O)