Las dos revoluciones

Mario Jaramillo Paredes

La Revolución francesa de 1789- cuyo aniversario se celebra hoy- dejó lecciones duraderas. Suele decirse que en la historia de la humanidad se han dado solamente dos grandes revoluciones. La del cristianismo que hizo iguales a los seres humanos ante Dios. Superó la tradición de las culturas en el Viejo y el Nuevo Mundo en las que los reyes, sacerdotes y clases altas están más cerca de Dios que el resto de la gente. La otra revolución, es la francesa de 1789 que buscó hacer a los seres humanos, iguales ante la ley, eliminando fueros especiales que protegían a unos pocos.

Hay quienes creen que la tercera gran revolución fue la volchevique, que pregonó la tesis de hacer a los seres humanos iguales ante la riqueza. Hoy nadie cree que los regímenes comunistas generaron igualdad.  Más bien generaron una casta gobernante con privilegios y fortunas gigantescas.

La Revolución francesa de 1789 universalizó en occidente la nueva concepción del Estado, divido en tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial, independientes entre si. No se trataba de una simple formalidad. El fin buscado era reducir el poder omnímodo de los gobernantes, siempre propensos a caer en el autoritarismo. El absolutismo, las dictaduras de izquierda y de derecha, quedaban bloqueados con esta división de poderes que fue bosquejada por los grandes teóricos del pensamiento del Siglo de las Luces y puesto en práctica en la Independencia Norteamericana y en la Revolución francesa.

La revolución de 1789 mostró que todas las revoluciones- sin excepción- terminan en dictaduras y autoritarismos, iguales o peores que aquellos a las que combatió. Napoleón fue más absolutista que Luis XVI, los zares unos santos comparados con Stalin, los emperadores chinos unos niños al lado de Mao. Chávez, Maduro, los Castro, Ortega en América, confirman esa regla.

No hay otras grandes revoluciones. El resto han sido simples cambios de mando a los que los nuevos dueños del poder han llamado revoluciones. Como dijo alguien- que fue producto de una supuesta revolución- hoy lamentablemente se llama revolución a cualquier pendejada. (O)