Memoria de papel

Cecilia Ugalde

Muchos creemos que funcionamos mejor bajo presión, que podemos terminar o cumplir mejor nuestras tareas cuando estamos contra el tiempo, pero es probable que si bien podemos hacerlo, y nos ha dado buenos resultados, eso no se debe a que funcionemos  mejor o seamos más eficiente de esta manera; sino a que somos buenos procrastinando, se nos da aquello de posponer o aplazar tareas y responsabilidades mientras realizamos actividades que nos gustan o interesan más, y así evitamos realizar ciertas obligaciones hasta que es absolutamente imperante hacerlas, por lo que las realizamos contra el tiempo y a presión. Y si así nos ha ido bien, con más tiempo seguramente nos hubiera ido mejor.

Todos desarrollamos tarde o temprano una manera personal de organizar nuestro tiempo y actividades. Ciertamente una mejor planificación ayuda a administrar el tiempo de tal forma que podamos hacer todo o casi todo lo que nos proponemos dentro de un día, un día que finalmente, siempre tendrá apenas 24 horas. 

Es por eso por lo que se sugiere realizar pequeñas listas de actividades y tareas diarias. Tengamos en cuenta que metas reales ayudan y reducen la frustración de alcanzar a hacer lo que nos proponemos; y una de las mejores cosas de una buena organización personal es la dosis de dopamina que obtenemos al tachar, borrar o poner un visto junto a una tarea cumplida, ya que la hormona del placer activa el circuito de recompensa que nos causa gozo e invita a repetir la acción, para lo cual debemos cumplir una nueva tarea en nuestra lista. 

Así pues, con listados ya no hay excusas, ya no podemos fingir olvido y posponer una vez más, después de todo, como mi abuelo Lucho decía, “quién no tenga buena memoria, que se haga una de papel”, o mejor aún, una digital. O)