Turismo y turistas

Nancy Negrete Martínez

Podemos ser turistas en nuestras propias ciudades, reinterpretando, revalorizando y visibilizando otras estrategias fuera de las habituales, que nos permitan reconstruir esas historias locales en donde se redefina la identidad.

Sin embargo, al margen de esta apreciación, por lo general, el turismo es un fenómeno que produce cambios culturales significativos, por la relación que existe entre los territorios alejados, la dinámica de sus economías, las identidades y sus culturas diferentes.

El turismo tiende a romper las fronteras culturales, generar espacios de encuentros e insertar a las personas en redes de relaciones poblacionales que sobrepasan su espacio local; en ese sentido, las fronteras desaparecen y la globalización concilia esos particularismos culturales, resultando distintos tipos de turismo y de turistas. Por lo tanto, puede haber una clasificación según la pluralidad de enfoques y las experiencias turísticas, ya que cada una de ellas busca vivir experiencias de mayor significado, en la que también están presentes la experiencia propia y la del “otro”. Es decir, esa mirada mutua turista- anfitrión es importante para entender todo tipo de comportamiento, así como la percepción y concepción que cada uno tiene de esos espacios primitivos, auténticos, exóticos, marginales o modernos.

En este contexto, cada grupo regula su comportamiento, de cercanía o lejanía, dependiendo de lo que les deja ver el otro de sí mismo; aunque, en la mayoría de las ocasiones, en estos encuentros superficiales, nos llevamos una imagen distorsionada de la realidad, debido a los prejuicios o estereotipos que lleva el uno del otro.

En definitiva, el turismo, al promover sociedades más abiertas e interculturales, se lo debe estudiar, ampliando e integrando las miradas. (O)