Nuestro Lugar

Andrés F. Ugalde Vázquez

Y es verdad, no existe sobre la Tierra un ser cuyo propósito no sea transformarse gradualmente, y por la fuerza de la vida en movimiento, en una mejor versión de sí mismo. La oruga revolviéndose en su abrigo de seda mientras despliega las alas de la inminente mariposa; la semilla abriéndose a la espiga que se lanzará al encuentro del sol; las cosas que nacen y crecen al milagro de la vida, la incesante búsqueda del cambio, del potencial latente, de una esencia interior que nos integra con todo lo que vibra en el Universo.

Verdades profundas que los sabios de la antigüedad han explorado por siglos y que hoy se escurren como agua entre los dedos. Paradoja entre paradojas: nunca antes la humanidad ha tenido acceso a tanta información, hoy el cúmulo de conocimiento humano se tiende a nuestros pies y, sin embargo, jamás hemos sido tan ignorantes, nunca hemos estado tan vacíos.

¿Acaso no siente que algo falta? ¿Qué hemos dejado de hacer las preguntas importantes? ¿Quiénes somos? ¿Cuál es el nuestro propósito? Preguntas a las que hemos dejado de buscarles respuesta en medio del bostezo existencial del que nos refugiamos en el desordenado materialismo de la vida, en la exageración de lo material, el sacrificio de los valores en el altar del consumo y la apariencia. Nadie niega, por supuesto, la validez del mundo material y la obligación de poner el pan sobre la mesa de los que más lo necesitan, pero habrá que hacerlo sin olvidar el delicado balance de la vida.

Hoy, nuestro mayor desafío consiste en reencontrar la afición por el mundo interior, la percepción consciente y la auto observación. Bien los decían los antiguos filósofos, ¡Ay de aquel pueblo que sacrifique su capital espiritual al culto de lo material! Y con razón pues, si bien la prosperidad de un pueblo reside en su capacidad de producir; su felicidad en cambio radica en su destreza para fecundarse y transformarse mediante el arte, la cultura y la vida interior. No podrá el progreso serlo todo, no sin encontrar y asumir, primero, nuestro espacio en el orden del universo… (O)