El futuro del país

José Chalco Salgado josechalcosalgado@gmail.com

            Ahora que estamos en feriado por el Primer Grito de Independencia del Ecuador, cabe reflexionar sobre la urgencia por lograr una creativa y nueva forma de pensar el futuro del país.

            Hay que pasar de la independencia territorial a un pensamiento nuevo por el Estado. Claramente estamos en caída. Delincuencia, deuda, corrupción, desacuerdo, competencia, deforestación, incendio, oportunismo, segregación, revanchismo, mala clase política y una serie de desventajas para abrazar un prometedor futuro.

            Esto es así. Es innegable. Pero el tejido social, en donde está la gente y su camino, sus acciones, omisiones y preferencias, también tienen responsabilidad en el desenlace. Sencillo se ha convertido tildar y adjetivar, esperar, reclamar, exigir, sentarse y esperar. Pero es la misma gente quien elige y desarrolla lo que está en el tejido social. La organización de la población es residual y carente de una visión a largo plazo. Hay mucho inmediatismo y decisiones a elemental corto plazo. De hecho, la crítica a todo y por todo, se ha convertido en la sustancia de una conversación cualquiera.

            No hay espacio a la reflexión, pausa y determinación de nuevos caminos desde la responsabilidad propia. Todo es por culpa del de lado. Y hay que saber. Si el país no avanza, no avanzamos todos. Si el país se estanca nos estancamos todos. Si el país se plaga de delincuencia, a todos nos afectará la ausencia de paz y turismo para la sostenibilidad. Si las finanzas van mal, el dinero de todos no alcanzará.

            Independizar el país fue un acto por el futuro y por la esperanza con un Estado altivo y capaz de hacer las cosas por sí mismo. Pero bien hechas. Con entusiasmo y esfuerzo. Con ilusión y dedicación. No con reproches y nula visión. No con paternalismo y espera del aparato estatal central; pues, precisamente nos independizamos por la libertad del centralismo y la absorción. Nos independizamos por un Ecuador al que le urge de ciudadanos y no de extraños. (O)