El venado y la curiquingue

Nicanor Merchán Luco

Los taitas y shamanes dicen que el encuentro fortuito con los animales salvajes tiene un significado; dicen que la naturaleza nos habla a diario pero que, lamentablemente, son pocos los que saben escuchar y si realmente se desea aprender el lenguaje de los animales, hay que restablecer la comunicación con la naturaleza y que uno esté dispuesto a escucharla. Hay que acostumbrarse a estar relacionados con ellos y saber aceptar que nada ocurre por accidente ni por casualidad; que todas las cosas, que todas las personas y que todos los animales tienen un significado para nosotros. El mundo sobrenatural se refleja en el mundo natural.

De manera casual y absolutamente fortuita, me encontré con un venado hembra de cola blanca. Ella estaba acostada a poca distancia; me quedé inmóvil, nos miramos y ella, de la manera más tranquila, se retiró. El venado es el símbolo de la inocencia; en el venado macho, la enorme cornamenta está conectada con la energía, con la atención, la percepción y el pensamiento más íntimo. El venado nos lleva a la sabiduría primigenia de aquellas antiguas enseñanzas; nos recuerda que debemos ser amables y gentiles con nosotros mismos y con los demás.

Con la curiquinga, también en los páramos, he tenido la suerte de encontrarme frente a frente; es el símbolo de un ave sagrada, mitológica y representa un cierto halo de magia. En el campo se hacen bailes en honor a la fertilidad de la Tierra; representa la expansión superior y el rápido desarrollo de la energía psíquica; puede ayudar a mantener el equilibrio y las fuerzas de la energía. En el retorno de la magia nos dice que es el arte de hacer que las cosas sucedan en su sentido más amplio; esta es una relación dinámica entre la conciencia y la voluntad humana. Este encuentro con el venado y la curiquinga fue muy gratificante. (O)