Mandril Estudio, una marca cuencana que conquista con su inspiración andina

Daniela Mosquera, propietaria de “Mandril Estudio”, en el taller ubicado en las calles Bolívar y Tarqui. Xavier Caivinagua/El Mercurio

Daniela Mosquera asumió hace nueve años el desafío de ofrecer diseños que destaquen por su creatividad en el mundo de la moda, un sector que aún tiene mucho por explotar en Ecuador.

Así nació “Mandril Estudio”, un taller que, aunque empezó enfocado en la parte gráfica y editorial, evolucionó y actualmente ofrece ropa con diseños autóctonos, inspirados en las culturas de los Andes ecuatorianos.

“Sentí la necesidad de confeccionar prendas con temáticas de nuestra identidad, porque en el mercado textil había pocas cosas de producción local con este enfoque, así nació nuestra primera línea de camisetas con un toque latinoamericano, luego avanzamos y elaboramos indumentaria en la que plasmamos la cosmovisión de la Cultura Cañari, la Huancavilca y la Valdivia, entre otras”, indica la joven profesional del Diseño Gráfico.

Mandril Estudio inició en el año 2013 y en 2014 se convirtió en un atelier, pero esta transición requirió una serie de estudios e investigaciones sobre la semiótica del diseño andino y de la cultura precolombina, lo que permitió a Mosquera crear un producto con identidad que ha recibido el reconocimiento del CIDAP al “Diseño e innovación” y de la EDEC como un producto “AAA”, es decir, de calidad de exportación.

“Hemos trabajado con talentosos compañeros ilustradores con quienes hemos sacado colecciones en ediciones especiales y como estudio hemos lanzado ediciones limitadas”, relata. Entre los artistas que han colaborado con la marca están Diego Humberto, Circus y Will Cueva.

Así, este emprendimiento que en un inicio tuvo dos socios llegó a emplear a un equipo conformado por 10 profesionales en las áreas de costura, de estampado, de bordado, de serigrafía y de ventas. Sin embargo, en 2020 el confinamiento de la población por la pandemia de COVID-19 representó un nuevo reto para Mosquera, la respuesta fue adaptarse a las nuevas condiciones, reforzar su presencia en redes sociales e implementar una tienda online, lo que le ha permitido mantener a flote la empresa.

Los emprendimientos como Mandril Estudio generan nuevos actores en la actividad económica del país, lo que permite desarrollar empresas, fomentando la cooperación en diferentes ámbitos.

Producción

Desde noviembre de 2021, el taller retomó la producción para generar el stock que se dejó de fabricar por la crisis sanitaria, se crearon prendas cada vez más exclusivas y aunque el personal de trabajo disminuyó, los objetivos son alcanzar los niveles de producción prepandemia, lograr un mayor posicionamiento en el mercado nacional, generar nuevas plazas de empleo y continuar con los envíos dentro y fuera del país.

Entre los productos que se confeccionan en Mandril Estudio están camisetas, bufs, sudaderas, casacas impermeables, buzos, camisas, cuellos polares, cuellos tubulares y gorras tejidas, todo en variedad de colores y destacando las figuras y diseños andinos para un público infantil, joven y adulto. Muchos de estos se han exportado a países como Estados Unidos, Canadá, Japón, Beijing, Arabia, Italia, Alemania, Argentina, Perú y Colombia, entre otros. También se maneja una línea de uniformes corporativos y diseños personalizados.

La llama, un animal sagrado de los pueblos de los Andes, es la protagonista en la confección de ciertas prendas, pues evoca en los ecuatorianos esa sensación de pertenencia a su tierra natal.

“La llama es muy solicitada, tenemos clientes locales, nacionales y también varios extranjeros que han llevado prendas con esta imagen a sus países de origen (…) a la gente le gusta nuestro trabajo, aunque algunos extranjeros no entienden el contexto cultural o no hablan nuestro idioma les llama mucho la atención, aprecian los diseños y la calidad”, dijo la diseñadora.

Proveedores

La indumentaria que se confecciona es a base de hilo de algodón que es adquirido a proveedores cuencanos que ofrecen artículos de alta calidad. “En este sector pasa lo mismo que con los sombreros de paja toquilla que se les conoce como Panamá Hat, en cambio, con el hilo se piensa que se confecciona en Colombia y se exporta, pero los materiales son de aquí”, subraya. 

Mosquera se ha involucrado de lleno en la textilería, aunque su formación académica no es en esta área, es exigente con los diseños en cuanto a telas, terminados y costura a fin de entregar prendas de calidad en las que se plasma imágenes ancestrales en una moda contemporánea

En el camino del emprendimiento, Mosquera destaca los aprendizajes que se adquieren, las pruebas y errores que se transforman en experiencia y las exigencias por llegar a un público cada vez más diverso. (I)