Desconfianza ciudadana

El ánimo de los ecuatorianos está a la deriva. Como sociedad, atravesamos momentos duros, impredecibles, de perenne conflicto. Como país, no hay un proyecto a mediano, peor a largo plazo. Su deterioro institucional toca fondo.

Las encuestas reflejan el sentir de la población, siempre y cuando las temáticas y las preguntas sean técnicamente las correctas.

Se las hacen para, entre otras, cosas, asumir responsabilidades, tomar acciones, cambiar de rumbo; también para rectificar, buscar puntos de acuerdo aun en medio de las discrepancias.

Varios de estos retos recaen en el Gobierno. No hablamos solo a nivel del Ejecutivo, también del Legislativo, del Judicial. Igual para quienes hacen política. En este caso, no únicamente con relación a partidos o movimientos, siempre y cuando sean sólidos, ideológicamente definidos (si bien esto es mucho exigir), sino de las organizaciones sociales, gremiales, cuyo activismo es importante.

Bajo tal perspectiva, son preocupantes los resultados de la encuesta hecha por la empresa Click Report. “Los ciudadanos tienen una mala percepción del Gobierno, de las instituciones y de los partidos políticos”.

Tampoco tiene fe en el futuro del país. Estamos, entonces, ante un panorama de total escepticismo.

Cuando inició su gestión el actual Gobierno, como siempre sucede, la mayoría de ecuatorianos, aun reconociendo la crisis económica y todas sus secuelas, la de tipo política y de la inseguridad, ni se siga la sanitaria, afincó su esperanza en sus acciones y decisiones para salir adelante.

A juzgar no solo por la encuesta, sino por la realidad del día a día, ha sido esquiva esa esperanza. La culpa no atañe solo al Ejecutivo, también al Legislativo, al Judicial; igual a esos otros “poderes”, soterrados los más, cuyo único empeño son sus propias agendas e intereses de grupo.

Los políticos tampoco generan interés ciudadano. Los partidos y movimiento son mal vistos. Hay sentimientos negativos sobre las próximas elecciones. Y esto es grave, gravísimo.