Tagaeris y Taromenanes

Nicanor Merchán Luco

Hace no mucho tiempo se dio a conocer que en un enfrentamiento entre los pueblos indígenas no contactados de nuestra Amazonía en el Parque Nacional Yasuní hubo más de 30 fallecidos por lo que el Ecuador planteó una “defensa conciliadora” en la Corte Internacional de Derechos Humanos. Los pueblos aluden que por la explotación petrolera en el parque Yasuní se les ha reducido su territorio o espacio ancestral, lo que le aproxima más un pueblo a otro. Este suceso puede sentar precedente internacional en el caso similar que también se da en otros países como Perú, Colombia, Paraguay y Brasil.

El estado ecuatoriano sostiene que la zona intangible creada para estos pueblos indígenas en aislamiento está delimitada sin que exista problemas dentro de esta área, pero no es así puesto que el territorio ancestral de los indígenas excede los límites en esa zona. Los pueblos nómadas no poseen un lugar fijo para su residencia por lo tanto constantemente se trasladan de un lugar a otro, estos pueblos se caracterizan por no tener una zona fija ya que las viviendas están acondicionadas para ser movibles construidas con troncos y ramas del lugar.

Los pueblos no contactados como los tagaeri, taromenane, sionas, secoyas, awas y otros pueblos que habitan en la región fronteriza con el Perú y Colombia aman la selva, cada planta y animal llega a su corazón. La selva les conduce a contemplar a su propio Dios, el que podría tener contacto social con nuestras sociedades citadinas, buscan situarse en lo más alejado posible. Su Dios vive en las cascadas, en los ríos, su espíritu supremo, protector y trascendente y la selva transmiten una fuerza especial al hombre por lo que hay que entender y respetar a estos pueblos. (O)