Políticas sin rostro

Viviana Bernal Estrada

La violencia ha traspasado los límites de la tolerancia de los tolerantes, de aquellos que ya no creemos ni en las instituciones ni en las autoridades.  La ciudadanía con algo de fe hasta ahora, está a la espera del “despertar” de aquellos quienes tienen que responder; dichosos que puedan vivir tranquilos mientras que la mayoría agregó zozobra a su cotidianeidad.

Los días pasan y el miedo cada vez es más perceptible frente a rápidos y furiosos motociclistas, conductores sin pizca alguna de consideración, ciclistas que invaden el espacio de los transeúntes, pasos cebras escondidos bajo los neumáticos de los vehículos, niños y ancianos a la espera de cruzar una calle a la suerte de nada ni nadie, en fin, solo para mencionar algunas situaciones que agravan el desorden social que empezó años atrás y que aún “los adormitados” no pueden concebirlo como una de las mayores amenazas para la ciudad.

No entiendo por qué si ya atravesamos las líneas de tal desorden, aún no hay un rostro local al que le otorguemos credibilidad; es tan lamentable ver como hoy la respuesta a un saludo, una cortesía en la vía pública, el ser solidarios, el brindar acompañamiento, el sonreír, asentir la cabeza y pedir disculpas, son motivos de asombro. 

Quienes apreciamos las formas de vida de antes, de esas que nos recuerdan a nuestros abuelos y maestros, mantenemos la fe de recuperar a mi Cuenca de antes. (O)