¡S.O.S. Cuenca!

Hugo Lucero Luzuriaga

S.O.S., letras asociadas a la frase en inglés “Save Our Solus” que traducida significa “Salven Nuestras Almas”, que lo asociamos a una pandemia que desafortunadamente está presente, pero no lo queremos visibilizar : el ALCOHOLISMO, una enfermedad que avanza a pasos agigantados sin que conmueva a la humanidad. En el Ecuador y más específicamente en nuestra provincia el alcoholismo en adolescentes y jóvenes es un mal que va en aumento ante la pasividad y tolerancia de padres de familia y la sociedad en general, y que paradójicamente lo asocian la ingesta de alcohol con la “integración” de los hijos al tejido social, además de que, se adiciona en no pocos casos el mal ejemplo de progenitores y afines.

En nuestra cultura se acepta como algo natural la ingesta de alcohol, al catalogar como “normal” que en todo acontecimiento social se consuma alcohol, de lo contrario no hay fiesta, sepelio, inauguración y más, empero, estamos llegando al extremo de conducir a las nuevas generaciones a la dependencia de tóxicos que podrían convertirlas en piltrafas de la humanidad. Lo descrito, no es novedad, pero sí llama la atención y de manera preocupante que cada vez se incrementan “noticias” en redes sociales donde se observan niños y adolescentes bajo los efectos del alcohol e incluso con uniformes de colegios. Además, como que se ha descuidado “las batidas” los fines de semanas a ciertas “fiestas juveniles” en donde el consumo de alcohol es preocupante, siendo el sendero que podría conducir al infierno del alcoholismo, las más de las veces sin que tengan conocimiento los progenitores.

Sin que sea justificación, pero sí un factor importante y a veces determinante para este problema es la triste y frustrante situación de muchos jóvenes desocupados, negados por la universidad y hasta profesionales universitarios sin trabajo y arrinconados por una sociedad que no los protege.

Un S.O.S. desde hace rato, acotando que es necesario “un tirón de orejas” a los padres de familias, a sabiendas que: “EL ALCOHOL MATA MÁS GENTE QUE LAS GUERRAS Y LA PESTE (COVID-19), PERO LOS MATA PRIMERO DESHONRÁNDOLAS”. (O)