Claves para entender a Chile

El plebiscito constituyente que convocó el pasado 4 de septiembre a más de 13millones de chilenos y chilenas dejó como resultado el rechazo al texto de la Constitución de parte de un 62 % de la población. El proceso dejó sorpresas y lecciones que revisten de interés geopolítico y ameritan una lectura más profunda.

Entre los analistas y académicos hay algunos consensos iniciales. No es un rechazo ideológico sino -como suele pasar en estos procesos- es el resultado de una decisión más bien emocional reflejo de una sumatoria de accionescon consecuencias contradictorias al proceso de 2020 en el que el 78 % de la población decidió caminar hacia una nueva constitución. Ese interés no queda en duda, el resultado y sobre todo el camino recorrido es el que deja insatisfechos a una importante mayoría. En otras palabras, quieren nueva Constitución, pero así no.

El comportamiento de algunos constituyentes, como fueron llamados durante el proceso de escritura,decepcionó a los votantes.  Los escándalos políticos y mediáticos coparon la agenda y empañaron los temas de fondo que estaban en la mesa.  Así, los cambios sugeridos al documento constitucional podrían tener textos novedosos y prometedores en materia de derechos, pero se encontraron envueltos en un encuadre negativo y confuso, escenario en el que además abundó la desinformación, la tergiversación del contenido, y las famosas fake news que generaron dudas sobre los artículos y sus propósitos, lo que es suficiente para no favorecer el cambio.

Al proceso de escritura de la Carta Magna, que resultó empañado por una comunicación confusa y los escándalos de unos pocos, se debe agregar la división provocada con narrativas extremas y radicales que anuló la basta conversación que se daban en el centro del espectroideológico.  El ambiente polarizador entre los dos extremos del activismo político impidió que el mensaje pueda ser mejor comprendido entre quienes no tienen afinidades ideológicas radicales pero que tienen profundas preocupaciones sociales y políticas.  Así, los partidos políticos y movimientos de corte ideológico del centro fueron protagonistas de una campaña cuyo mensaje llegó con más claridad que la propuesta del Apruebo. 

En Chile las divisiones polarizadoras tienen una historia diferente a la nuestra y por ello menos acogida a la hora de proponerlas a los votantes, quienes esta vez fueron de manera obligada a las urnas. Las Instituciones, así como el activismo político ciudadano, reconocen la necesidad de cambios que impliquen consensos mínimos, mesas de discusión más amplias y procesos de comunicación más centrados en las personas. Chile quiere nueva Constitución, sólo que así no.