Deslumbrante

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Cuenca es hermosa, que duda cabe.  Sin embargo, apreciarla desde la magia del cine, es una experiencia que toca la fibra y reivindica esa vieja certeza: ser ecuatoriano es un orgullo, pero ser cuencano es un privilegio.  Y lo digo a pocas de haber asistido al preestreno de la última producción del cine ecuatoriano, llamada “Amor en tiempos de likes”, una simpática comedia que gira en torno al amor y las redes sociales. Sin embargo, aún siendo una comedia, me parece que se supera a sí misma y termina poblando el argumento de profundas reflexiones sobre aquello que más importa: el amor, los amigos y la familia.  Y todo esto, además, ambientado en la ciudad más bella del país, en esta Cuenca que, vista en la gran pantalla y desde la cómplice penumbra de una sala de cine, resulta francamente imponente, mágica, deslumbrante…

Y la verdad es que, pese a ser un amante del cine, no me precio de ser un crítico del séptimo arte.  Sin embargo, desde el humilde criterio de este aprendiz de escritor, me parece que nuevamente el cine ecuatoriano se ha superado. La producción, el rodaje, los actores, todo el conjunto de la obra, transmite calidad y buen gusto. Las escenas, incontables, ambientadas en las mágicas orillas de nuestro orgulloso Tomebamba, en esos rincones detenidos en el tiempo como son la calle Santa Ana y el Museo de Arte Moderno, las casas coloniales, la majestuosa catedral, y aún las zonas periféricas donde también se da una muestra del buen gusto de nuestra arquitectura moderna.

¡Bravo por Cuenca! Y bravo también por ese equipo de producción y los numerosos auspiciantes, entre ellos la Ilustre Municipalidad y sus empresas públicas, que permitieron esta producción que, desde hoy proyectada en las salas de cine de todo el país, seguramente traerá nuevos visitantes a este lugar que ya es, hace casi dos años, el principal destino turístico del Ecuador. Y serán por supuesto bienvenidos, siempre bienvenidos a este valle florido, a esta acuarela pintada bajo sol de los Andes, a este rincón del mundo, ebrio de historia y de cultura, incomparable, inolvidable…  (O)