Cambiar la Constitución

José Chalco Salgado josechalcosalgado@gmail.com

            Para cambiar a la Constitución hay varias razones. Diríamos mejor, varias versiones.

Algunas son de peso y técnica constitucional y otras, de fuerza de la historia e interés político de grupo y personal. Por ejemplo, no se adecúa a la realidad, no sirve o, frenó al poder y se convirtió en estorbo para éste.

            En el Ecuador las razones varían y son: romantizar el discurso que para que existan cambios en el país es necesaria una modificación a la Constitución, se requiere revolución -ciudadana o no-, se tiene que cambiar la Constitución para perpetuarse en el poder o, es fundamental concebir una dictadura con tinte democrático bajo el largo tapiz de una norma jurídica que la abrace y legitime.

            Esa es la historia. Así ha sido mucho tiempo. Así el Ecuador ha pasado por diferentes procesos que van desde la creación de una Constitución, el cambio de fachada, la reforma o la pequeña enmienda. La Asamblea Constituyente y los balcones para lograrlo. Nunca se sabe los intereses que están detrás. Alguna vez puede ser también una razón con sentido y peso. Hay que corregir o mejorar lo previsto. De todo se ha visto.

La Constitución ecuatoriana previó la fórmula de la teoría democrática constitucional, es decir la entrega permanente del poder a la población para que sea ésta la que defina la adecuación, modificación o resolución en última instancia de cualquier cambio a la norma fundamental. Lo que quiero decir. Preguntar a la gente es correcto e implica la nueva comprensión de la supremacía constitucional con la población soberana. El problema es, preguntar cualquier cosa. (O)